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Una reconciliación imprescindible

Roma es más importante que sus grandes hombres, dijo Catón, y empuró a Escipión el Africano, el vencedor de Cartago, por un quítame allá esos denarios en sus cuentas a la vuelta de una campaña en Asia. El Depor es más importante que sus grandes jugadores, piensa también Lendoiro, y ha desencadenado una tremenda ofensiva contra Fran. Ya saben: el jugador reclamó una deuda y llegó a denunciar ante la AFE. Un procedimiento que, de haber salido las cosas torcidas, acababa con el descenso de categoría del club. Lendoiro ha puesto el grito en el cielo y utilizó a tope la web del club contra el jugador.

Feo conflicto éste, entre Lendoiro y Fran. Son viejos compañeros de la vida. Han hecho juntos el largo recorrido que va de la Segunda División a este Depor de hoy, grande de Europa. Fran, además, le ha dado a este ciclo un plus de legitimidad, por su condición de coruñés en un equipo siempre plagado de forasteros. Ha sido un jugador ejemplar primero, un capitán ejemplar después. Futbolista fino, de talento, limpio, elegante, que ha ido envejeciendo con dignidad. Cuando cerremos los ojos y evoquemos este ciclo glorioso del Depor le evocaremos a él, y no a ningún otro, alzando una copa, con su sonrisa tímida pero plena.

Pero también evocaremos a Lendoiro, el factótum de todo esto con su tenacidad y su astucia zorruna. Él sabe más que nadie lo difícil que ha sido llevar al Depor hasta ahí, pagar lo que se ha pagado y deber lo que se sigue debiendo. Por eso y quizá por un sentido paternalista del club se ha revuelto contra el jugador que en su reclamación ha ido, a su juicio, demasiado lejos. De los dos pediría yo generosidad y sensatez para cerrar ya esta crisis. La afición no tiene que verse obligada a escoger entre uno y otro. Este periodo feliz no merece el broche de una bronca así entre sus dos principales protagonistas. Fran y Lendoiro nos deben una reconciliación.