Hacia una final española en la Intertoto

Me gusta la Intertoto. Representa una oportunidad europea para grandes en apuros (caso Atlético) o humildes valientes (caso Villarreal). Obliga a un verano corto y a una temporada larga, a forzar la plantilla, a buscar en el fondo de armario, a tirar de la cantera, a jugar con el equipo aún por rodar, por hacer, por definir. Sin tener resuelta todavía en su plenitud la ecuación de las altas y las bajas. El premio para tres de estos valientes (los ganadores de las tres finales, consideradas equivalentes) es un puesto en la UEFA. Y de allí, a donde sea. Por este camino fue el Girondins finalista de la UEFA en una de las primeras ediciones, si no la primera.

Y por este camino fue el Villarreal semifinalista el año pasado, en el que sólo cedió ante el Valencia ganalotodo de Benítez, que ya veremos en qué se convierte con Ranieri. El Villarreal es ya un joven veterano de la Intertoto, en la que perdió una final con el Málaga, antes de ganar la del año pasado. Ahora está otra vez ahí, ante el Hamburgo, que fue un grande (el equipo de Uwe Seeler, luego el de Kaltz, Keegan y Hrubesch). El Villarreal viaja con un 1-0, que está bien, pero no tanto, y le faltan Anderson y Ballesteros. Y quizá Battaglia. Pero yo confío en su buena estrella en esta competición, para verle en la final.

Y allí, que Dios reparta suerte. Porque tendrá enfrente, sí o sí, al Atlético. Un mal fario les colocó juntos en uno de los tres cuadros en que se trocea la competición, así que uno u otro. El Atlético, del que es tan admirable su capacidad de destruirse como la de reconstruirse, sale esta noche ante el OFK Belgrado con todo lo mejor, en busca de un buen partido como homenaje a una afición que se comió lo del Zlin. Perea y García Calvo en el centro de la defensa, doble pivote con Ibagaza por delante, el Niño Torres arriba. Ése es el nuevo Atlético de Ferrando. Si además de todo eso le funcionan las bandas, será un equipazo de los buenos de verdad.