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El problema de ser un país comprador

Mañana tendremos el primer partido grande post Eurocopa: la final europea Sub-19, en la que están los nuestros. Ya es, pase lo que pase, el enésimo triunfo de nuestras categorías inferiores y, como siempre que se da esta situación, nos preguntamos por qué cuando crecen estos chicos se olvidan de ganar. Por qué pasan generaciones y generaciones de jugadores capaces de alcanzar las cumbre en las categorías inferiores pero destinados fatalmente a estrellarse en cuartos de final, o aun antes, en el fútbol de verdad. Los clubes interrumpen su progresión, dice Iñaki Sáez. Y tiene razón. Pero yo pienso que hay alguna causa más.

Los clubes interrumpen su progresión porque éste es un fútbol comprador, en el que meten cuchara muchos agentes a los que les conviene que lo sea aún más. Y así, los jugadores que cada equipo saca de su cantera se encuentran ante un complot difícil de superar. Ya lo dice Camacho: El que venga de la cantera tiene que llamar hasta tirar la puerta. Vale, pero si es así que lo sea con todos, porque ¿qué puertas derribaron César, Flavio Conceiçao, Julio Cesar, Ognjenovic, Baljic, Congo y tantos otros, por no salirnos del Madrid? Multipliquen el efecto por veinte y tendrán parte de la explicación. A nuestros jugadores les cuesta mucho más.

Y también salen menos al extranjero. Al ser el nuestro un fútbol comprador, difícilmente nuestros mejores jugadores, los que se filtran entre tanta dificultad, juegan otras ligas. Y no hay nada que curta más la personalidad que salir del propio país en plena juventud para ganarse la vida en otro. Eso endurece. Y a ese proceso rara vez se enfrenta uno de nuestros jugadores de élite. Raúl y Puyol juegan en su pueblo, entre su gente. Y ni siquiera son los líderes de sus propios equipos. A sus condiciones naturales les falta ese recorrido endurecedor que sí han tenido los Figo, Zidane, Baros o Dallas. Y será muy difícil que eso cambie algún día.