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¿Se imaginan este Tour sin Armstrong?

¿Se imaginan este Tour sin Armstrong? Sí, ya sé que hay mucha gente que desearía que no ganara su sexto Tour, que no batiera batido el ya empatado record de Indurain. También sé que hay mucha gente (entre ellos Lemond) que piensa que el grandioso corredor americano se favorece del tratamiento anticáncer para enmascarar ayudas químicas a su naturaleza de gran ciclista. Pero nadie va a expulsar a Indurain del olimpo de los inmortales, en el que ya está por derecho propio. Y atormentarse con los tratamientos de Armstrong sería individualizar una cuestión que todos sanemos que alcanza a la gran mayoría del pelotón.

No. Hagamos caso a la retina y aplaudamos a este hombre corajudo que desenmascaró ayer a todos los aspirantes a su sucesión. Tres cuartos del Tourmalet sirvieron para descomponer ese heterogéneo ejército que le acosa en un grupo desmedrado y tímido. Ullrich, Hamilton, Sevilla, Heras, Mayo... ¿Qué fue de ellos? Todos tapaditos en el Aspin, rodando temerosos bajo la lluvia, y desparramados en el Tourmalet. Sin fuerzas, sin ánimo, sin heroísmo. Sólo unos pocos outsiders lo intentaron: Sastre, Mancebo, Klode, Basso, ganador de la etapa... Pero, ¿podrá alguno de ellos incomodar seriamente a Armstrong de aquí a París?

No lo parece, pero al menos merecen la atención que los otros han perdido. Por lo que a España respecta, el hombre a seguir es Mancebo. Me figuro que el aire doliente de su cabeza torcida se va a hacer muy popular en lo que queda de mes, siempre en busca de esas cumbres que esconderán para él un puesto en el podio. O quizá el Gran Premio de la Montaña, con lo que salvaría el segundo gran record de nuestro ciclismo, las seis coronas de la montaña de Bahamontes, que igualó Van Impe y amenaza Virenque. Pero me temo que ese record también volará. Virenque sabe medir sus esfuerzos y sus pausas con una precisión envidiable.