Voto presencial para evitar enredos

Esperaba otra cosa de Sanz en estas elecciones. Creo que, a su modo, le dio al club unos años buenos, con la circunstancia feliz de la recuperación de la Copa de Europa para el madridismo. Su estilo desordenado le hizo caer hace cuatro años, que hoy parecen más. El modelo de gestión, la planificación deportiva y la imagen del club en este tiempo nuevo hacen de aquella época algo ya muy lejano, entre divertido y atrabiliario, pero superado, en todo caso. No obstante, Sanz tenía todo el derecho a presentarse. Para limpiar mi nombre, decía. Pero su campaña no ha ido en esa dirección, sino en la de enmarañar estas elecciones.

Quizá se ha perdido la ocasión de examinar en profundidad cuáles fueron los defectos que llevaron al Madrid galáctico a su derrumbe final. Y si esos defectos están corregidos con las salidas de Valdano y Queiroz y con las llegadas de Camacho, Samuel y la inminente de Carvalho. Quizá se ha perdido la ocasión de saber qué demonios ha hecho Ramón Martínez en la cantera, y por qué lo ha hecho. Quizá se ha perdido la ocasión de saber qué futuro tiene el baloncesto del Madrid, si es que lo tiene. Esas cuestiones hubieran hecho útil la campaña, pero el candidato principal las ha obviado. Ofuscado por no sé qué razones, ha ido por otro lado.

Y ese otro lado ha sido el de la economía, en el que nadie le cree, y en el del voto por correo. Y como el asunto ha pasado por un juez que escribe las sentencias con circunloquios, paráfrasis y eufemismos, resulta que estamos ante una confusión absurda. ¿Valen o no valen los votos por correo? Valen, pero como el ganador lo sea por ellos, habrá impugnación, y quién sabe si unas nuevas elecciones y más semanas de paralización. Así que lo mejor que puede hacer el socio hoy por su club es, haya votado o no por correo, acudir a votar en persona. Un resultado claro en la urna del voto presencial es lo que más necesita hoy el Madrid.