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Grecia no tenía Talón de Aquiles

Los no virtuosos también tienen derecho a la felicidad en fútbol. Para ellos está el trabajo, el orden, la compenetración, la solidaridad, las jugadas de pizarrón... Todo eso que un buen entrenador le aporta a un equipo, y que hace que éste termine por valer más que la suma de las individualidades que lo componen. Eso es Grecia, que de poco ha llegado a campeona de Europa. Contra todos los pronósticos, contra todas las dificultades, con muy poquitos remates a puerta en todos sus partidos, pero siempre con una seguridad imponente, con capacidad para sacar de lo suyo al rival, con los valores del trabajo frente a los valores de la inspiración.

Ayer mismo salió con un plan inesperado. Portugal, que empezó convencida de que se iba a encontrar una Grecia cerrada y áspera, y arrancó con la idea de jugar con paciencia en busca de alguna grieta, se encontró con una Grecia que le jugó con descaro, más abierta de lo que suele, por todo el campo y con combinaciones de ataque inesperadas. Ahí se desconcertó Portugal, que perdió medio partido sin saber qué hacer. Tras el descanso salió a doblegar a los griegos, se enardeció más aún cuando recibió el gol y se volcó heroicamente contra el fortín. Y con calidad cuando salió Rui Costa. Pero enfrente había mucha defensa.

Así que Grecia salió campeona. Veamos el lado bueno: lo suyo es el triunfo del trabajo, y el trabajo nunca sobra. Enseña algo a los talentosos caídos en el pecado de la pereza, y no señalo a nadie. Además, para nosotros los griegos ya son casi de la familia, y no sólo por la Reina. Primero nos mandaron a la repesca. Luego les hemos visto ganar a Portugal dos veces, empatarnos a nosotros, pasar las de Caín con los rusos, ganar a Francia, ganar a Chequia. Seitaridis, Dallas, Vryzas, Charisteas, Nikopolidis, el feo Karagounis, que ayer faltó... les hemos visto tanto que ya nos parecen nuestros. Y no nos cuesta nada felicitarles por la tarea bien hecha.