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Un día de reencuentro con la calle y...

La presión popular ha podido con Sáez, que lo ha pensado mejor y se marcha. Posiblemente estos días había vivido demasiado aislado, en ese ambiente endogámico de la Federación, tan de oídos y ojos cerrados. Le ha bastado un día de reencontrarse con la calle, con la prensa, de ver los telediarios, de escuchar las radios, para saber realmente lo que pasa. También ha comprobado que algunos de los suyos (Puyol y Albelda, por ejemplo), dijeron tras el partido de Portugal que había salido el equipo que pedía la prensa. Y ha tenido noticia de las andanadas de Lissavetzky en el Congreso. Lo ha pensado mejor y se marcha.

Tanto mejor para él. El fiasco merecía una expiación y mantenerse ahí contra todo criterio, sólo por el apoyo de Villar, era un error impropio de él. Porque el apoyo de Villar no es apoyo. En realidad es el propio Villar el que necesita apoyos y quizá ahí, en el deseo de hacerle un favor al viejo camarada, estribe la explicación de ese error que ha estado a punto de cometer Iñaki Sáez, y que ahora corrige. Porque Villar no merece que Sáez se convierta en la mosca en la sopa, ni su solidaridad le iba a servir de nada. Sobre Villar cae ya la Fiscalía Anticorrupción y el descrédito general. A cuantos menos arrastre a su malandanza, mejor.

Ojalá este gesto le sirva a Villar para entender que el que más sobra de todos es él. Que marcharse es posible. Que puede ser hasta saludable. Pero me temo que no será así. Mañana comparecerá ante la prensa, una cita prevista en principio para hoy. Supongo que intentará dar sensación de normalidad y hasta presentar un nuevo seleccionador. Quizá le haya llegado por fin la hora a Luis Aragonés, del que siempre se ha pensado que merecería ese broche a su carrera como entrenador. No sé. De la junta de Villar se puede esperar cualquier cosa. Y la que yo más espero es la que menos creo que se produzca: que sean ellos mismos los que se vayan.