Se buscan rivales
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La superioridad de Schumacher no precisa ya de más comentarios. Él es tan bueno y su Ferrari tan competitivo, que la temporada se ha convertido en su paseo triunfal hacia la gloria. Y eso, precisamente, es lo único que se le puede achacar al intratable alemán: está convirtiendo la F-1 en su cortijo. Ha instalado un monopolio que lleva a algunos a preguntarse aquello de ¿aquí siempre gana el mismo?
Michael no tiene la culpa de que sea así, pero quizá hasta él mismo añora una rivalidad mayor. Ganar siempre es un lujo, pero el sabor del triunfo es más dulce cuando se cimenta en la rivalidad. Y es que otro año más de hegemonía Schumi invitará a buscar algo mejor que hacer los domingos al mediodía.