Pole vibrante de Norris y subidón de Sainz y Alonso

El agua en la F1, por poco que sea, tiende a destapar vulgaridades. La lluvia fina que salpicó la clasificación de Hungría regaló una de esas pruebas al microscopio que deja bien o mal parados a ciertos compañeros de equipo. Durante la Q1, Hamilton asestaba 1.3 segundos a Russell, Sainz tenía medio sobre Leclerc, Alonso batía a Stroll en 0.9. Y en otra película que parece la misma, pero no lo es, Pérez estrellaba el Red Bull tras trompear en la chicane mientras Verstappen superaba sin sudar el primer corte. Luego la pista se secó gradualmente, la lluvia nunca fue lo suficientemente intensa siquiera para montar neumáticos intermedios, pero solo esos minutos de manos de piloto y verdad en la pista dan ya suficiente información. Por algo Checo está en la rampa de salida del mejor equipo de los últimos tres años, por algo su continuidad más allá de agosto corre ahora serio peligro. Y por algo hay preocupación en Mercedes con su alineación 2025: Russell, eliminado en la Q1 sin una vuelta limpia, no es Hamilton.

Fue una clasificación vibrante con el clímax en la Q3, Norris logró una pole contundente por delante de Piastri y Verstappen. Volvió a llover tímidamente antes y durante. Lando golpeó primero con el intento inicial y el australiano respondió a 0.022. Cuando todos pensaban que el segundo asalto no valdría para nada… llegó Max con un vueltón para situarse a 0.046 del británico. El holandés dio algún que otro puñetazo a su volante tras cruzar la línea de meta y saber que no había sido suficiente. Sainz tuvo tiempo para cerrar su vuelta con el cuarto mejor registro (0.469), aunque a un mundo de los tres primeros. Pero Alonso no: defendía el séptimo puesto y mejoraba ligeramente su crono anterior cuando la bandera roja se decretó por sorpresa: Tsunoda casi llegó a despegar antes de aterrizar con violencia contra el guardarraíl y destrozar su monoplaza. Bueno para Checo, qué cosas.

Y malo para unos cuantos: apenas quedarían 2:15 minutos de clasificación, así que los que no se dieron prisa para salir de su garaje aun con la bandera roja en marcha ya sabían que no tendrían tiempo para completar una vuelta cronometrada. La postal fue curiosa: Verstappen y Alonso se quitaron el casco y se bajaron del coche. Al asturiano le llegaron a meter en parque cerrado en unos minutos de zozobra de los comisarios técnicos. Después, el trenecito de la vuelta de calentamiento estuvo bien gestionado por McLaren, porque Piastri dejó abrir un hueco sideral a su compañero para que tras él todos fueran con apreturas. Sainz lo intentó, pero regresó al garaje sin empezar la vuelta. Aunque al final nadie mejoró los cronos anteriores y todo se quedó como estaba: el madrileño sadrá cuarto este domingo, justo por delante de Hamilton y Leclerc, y Fernando partirá séptimo con Stroll a su estela. El Aston Martin fue quinto coche a una vuelta en Budapest. Eso ya es un avance enorme.

Para este domingo, McLaren dispondrá de la enésima oportunidad de ganar una carrera y también de perderla en favor del campeón. Vencieron en Miami gracias al potrero coche de seguridad que dio el triunfo a Norris, el único de delante que tenía pendiente cambiar neumáticos. Después fueron discutiblemente más rápidos que Red Bull en Ímola, Barcelona, Austria y Silverstone, pero por unas razones u otras, tras regalar posiciones en la primera curva o caer en combate contra ‘Mad Max’, la casa de Woking suma menos victorias que Ferrari o Mercedes en 2024. En Hungaroring es difícil adelantar, tienen a tiro la segunda de Lando. En casi cualquier contexto se les consideraría únicos favoritos. Pero detrás de los McLaren sale Verstappen.