Alonso hace magia
Remontada épica del asturiano, que adelantó a seis coches en la salida y acabó séptimo en la carrera al esprint de Silverstone. Verstappen batió a Hamilton.
Delante, fue un duelo de pistoleros y ganó el que desenfundó más rápido, como siempre sucede en el Oeste. Verstappen fue inteligente, hizo esperar a Hamilton en la parrilla ese par de segundos extra que ayudaría a enfriar sus neumáticos. Humeaban los frenos del Red Bull bajo los semáforos, de hecho se asomó alguna llama desde las entrañas de la llanta. Pero se dio la salida de la carrera de clasificación que tanta expectación ha generado en Silverstone y el neerlandés voló, a los pocos metros ya había superado al Mercedes. Se emparejaron durante media vuelta, fue emocionante, pero Sir Lewis ya iba con el pie cambiado. A partir de ahí, uno a gestionar y a pensar en cómo ganar este domingo y el otro, a lamentarse. Bottas, que salía con el Pirelli más blando para atacar, ni siquiera se asomó. Porque no es tan fácil.
Cuando terminaron los teloneros, Fernando Alonso recogió el testigo y justificó el invento del ‘F1 Sprint’, el regreso de los aficionados a los circuitos y su vuelta al Mundial en diecisiete vueltas de pura magia cimentadas sobre una salida que no debe sorprender, porque ya las había hecho antes. Partió undécimo con el neumático rojo y el cuchillo entre los dientes, rebasó a Sainz y Russell en la misma recta aprovechando la tracción de sus neumáticos, luego a Vettel en el primer viraje. Cuando llegaron las frenadas más fuertes se emparejó con Ricciardo y Checo, fueron los movimientos más arriesgados. A Norris lo pasó por el exterior en Copse. Seis coches, seis, en apenas media vuelta.
En el primer paso por meta, el bicampeón español era quinto por detrás de los líderes y el Ferrari de Leclerc, que corrió en tierra de nadie. La apuesta de las ruedas blandas era arriesgada porque implicaba salir con mejores prestaciones que nadie y acabar con la degradación por las nubes. Por eso, a la altura de las maniobras para progresar estuvieron las defensas. Hizo todo lo que pudo el de Oviedo y dio una lección sobre cómo resistir con un monoplaza más lento cuando te presiona un McLaren. Norris le superó tras varios intentos, y también ganó la posición Ricciardo con más esfuerzo que su compañero británico.
Pero el siguiente del treno era Vettel, viejo enemigo en los tiempos de Red Bull y Ferrari. Seb lo intentó de varias maneras, se pegó a la estela del Alpine y serpenteó con un Aston Martin que tiene más velocidad punta (motor Mercedes) con neumáticos más duros. A tres vueltas del final era una amenaza constante, pero el asturiano no abrió una sola puerta y coronó una de sus mejores actuaciones en este deporte, que ya es decir. Aunque fuera para salir séptimo en la parrilla del domingo, sin puntos en juego, por el mero placer de levantar a los 140.000 aficionados de su asiento y compensar el precio de cualquier entrada y las horas bajo la solanera británica. Sólo por estas vueltas, el regreso mereció la pena.
Sainz: toque de Russell y remontada
No fue un buen día para Checo Pérez, que perdió el Red Bull cuando perseguía a Lando y se accidentó, saldrá último en el GP de Gran Bretaña. Tampoco para Carlos Sainz, porque le tocó Russell en la arrancada y cayó hasta la última posición. Remontó nueve puestos y terminó undécimo, aunque saldrá décima tras la sanción al inglés a última hora de la tarde, desde ese puesto partirá en la carrera que sí reparte puntos. Pero aspiraba a otra cosa en un esprint frenético que le venía como anillo al dedo, porque la carrera corta de clasificación pone de manifiesto qué pilotos de esta parrilla se destacan en un esprint agónico y frenético. "La carrera al esprint fue Alonso", resumió una de esas voces autorizadas del paddock que arrastra más carreras que la mayoría de pilotos. Y los veteranos suelen llevar razón.