El Seat 124 que hizo historia en los rallys cumple medio siglo
Fue el coche de las familias, pero también el de los tramos cronometrados. En los 70 dominó el Nacional y Zanini subió con él al podio del Mundial en Montecarlo 1977.
El coche de las familias también fue el coche de los rallys durante más de una década. El 20 de abril de 1968 se presentó oficialmente en el Salón del Automóvil de Barcelona el Seat 124. Un vehículo que revolucionó España, ya que se convirtió en el vehículo de las familias. Pero también revolucionó el panorama de los rallys, protagonizando las primeras gestas internacionales de nuestros pilotos. Y este año cumple medio siglo de vida.
Al igual que cambió la movilidad de las familias españolas, el 124 marcó una era en nuestros rallys. En aquella época los Porsche y los Renault Alpine campaban a sus anchas por los tramos patrios. Pero llegó la berlina fabricada por Seat y todo cambió. Desde 1972 hasta 1977 los 'taxis', que era como se les llamaba cariñosamente en el ambiente deportivo, se llevaron todos los campeonatos de España. Salvador Cañellas, el polifacético catalán que ha pilotado, y ganado, desde motos en grandes premios hasta el Dakar con un camión, inauguró el casillero, en el que le sucedió Jorge Babler un año después, hasta que llegó Antonio Zanini, que sumó cinco títulos nacionales seguidos a su volante.
También fue Zanini el que condujo su taxi hacia el primer podio mundialista de un español en el Rally de Montecarlo de 1977. Las berlinas españolas lograron un resultado increíble al acabar en tercera, cuarta y séptima posición con Zanini, Cañellas y Serviá. Hubo que esperar hasta 1989 para volver a ver uno de nuestros pilotos, Carlos Sainz, en el cajón de una prueba del campeonato del mundo. Con el Seat 124 el propio Zanini también logró dos subcampeonatos de Europa de rallys en 1976 y 1979.
Pero además, los taxis, que ahora cumplen medio siglo de vida, fueron los vehículos elegidos por muchísimos pilotos para competir a nivel nacional y regional. Llenaban los parques cerrados de cada prueba, al igual que campaban a sus anchas por las calles y carreteras españolas de la época. Los preparadores inventaban mejoras para conseguir que una berlina de 170 caballos plantara cara a los potentes vehículos alemanes, franceses e italianos que dominaban en aquella época los rallys.