RESISTENCIA | 24 HORAS DE DAYTONA
Alonso ya corrió unas 24 Horas: fue en Montmeló en 1999
El periodista Pedro Flores relata a As cómo fue el debut en Resistencia del bicampeón de F1 y de Antonio García. Ambos disputarán la cita de Daytona este fin de semana.
Daytona 24 Horas: Carrera de Alonso
Nombres muy importantes del motor en España como Fermín Velez, Sito Pons, Jordi Gené, Joaquín Folch, Francesc Gutiérrez o Luis Carlos Maurel se reunieron el fin de semana del 24 al 26 de septiembre de 1999 para disputar la segunda edición de las 24 horas de Barcelona. Junto a ellos, ciento treinta y pico pilotos más entre profesionales, periodistas, empresarios... y dos chavales que 19 años después han escrito parte de las mejores historias de nuestro automovilismo: Fernando Alonso y Antonio García. El asturiano y el madrileño, 18 y 19 años respectivamente en ese momento, disputan este fin de semana las 24 horas de Daytona, cita inicial del IMSA estadounidense, pero ya saben qué es la Resistencia.
En el caso de García, poco que explicar: victoria absoluta en Daytona, tres triunfos en GT en las 24 Horas de Le Mans, ganador de las 12 Horas de Sebring, triunfador de las American Le Mans Series... Una institución. La experiencia de Alonso en este ámbito se queda en alguna cita de kárting y la mencionada carrera en Montmeló, pero dos títulos, 32 victorias, 22 poles, 23 vueltas rápidas y 97 podios le hacen ser un mito en la F1 que quiere agrandar su leyenda asaltando la ‘Triple Corona’ y citas legendarias como la Rolex 24 at Daytona.
¿Tienen curiosidad por saber cómo fue el debut de Alonso y García en Resistencia? Pedro Fermín Flores, periodista de motor con una amplísima experiencia en infinidad de medios, lo vivió in situ, de hecho fue el promotor de la idea e integrante del plantel de pilotos, y lo ha recordado con As. “Habíamos corrido ya la primera edición y le planteé a Hyundai repetir experiencia con el Accent de la Copa. Unos días después se jugaría allí gran parte delcampeonato de la Fórmula Nissan (que ese año acabaría conquistando Alonso) y se me ocurrió preguntarle a Adrián Campos (jefe del equipo): ‘¿Qué te parece si buscamos la fórmula para que Fernando y Antonio corran en nuestro equipo y les sirva como test de aprendizaje?’. Le pareció bien y nos dio todas las facilidades para llevarlo a cabo”, explica.
Días previos de trabajo, sincronización e incluso innovación, como revela Flores: “Teníamos un backet oficial de Hyundai, pero hicimos un trabajo mecánico que nos legalizaron para hacerlo corredizo por las diferencias de altura. Teníamos puestos de anclaje determinados para acelerar el cambio de piloto. Y eso lo estuvimos ensayando”. Alonso y García venían de los monoplazas, pero su adaptación al Turismo fue inmediata: “Se adaptaron rapidísimo y nos sorprendió que enseguida nos hablaban de agarre, equilibrados, suspensiones, optimización de neumáticos... Tenían 18 y 19 años pero planificaban, exponían, dirigían... desde que tomaron contacto con el coche por primera vez”.
Talento innato que Flores y el cuarto piloto, Salvi Delmuns, acompañaron “como pudimos” con esfuerzo, regularidad y ausencia de errores graves. Eso sí, antes de ponerse al volante conocieron también su parte traviesa. “Eran dos pilotos excepcionales pero no dejaban de ser dos niños divertidos, joviales, buenos amigos... Como anécdota decir que el jueves, la noche anterior a los entrenamientos, estábamos en Granollers a las once de la noche haciéndose ellos las fotos oficiales para la licencia en un fotomatón. Nos costó varias veces el precio normal porque no paraban de jugar, poner caras, gestos... Estuvimos casi dos horas. Les gustaba divertirse, pero cuando se ponían el casco cambiaba todo radicalmente”, cuenta Flores.
Clasificaron en el puesto 15º y a las pocas horas de salir, la lluvia les jugó una mala pasada y el Accent quedó empanzado 30 metros dentro de la puzolana. Perdieron ocho vueltas hasta que una grúa les devolvió a la pista. Pese a eso y a los escasos 117 CV que daba su coche frente a los 130-140 de los Saxo o los 200 del Civic, Alonso y García no se relajaron. “Nos dijeron: ‘Desde ahora haced lo que podáis, nosotros dos vamos a ir a degüello’. Tuvimos que comprar neumáticos a las 3 de la mañana al servicio del circuito para acabar. Planificaron una estrategia para remontar y acabamos sextos y terceros de la categoría: grupo M10”.
Exhibición que incluyó la vuelta rápida de Alonso en su turno de madrugada “con todo a oscuras, en aquella época sólo había dos focos en la zona del Estadio. Hizo sus 90 minutos (era el turno que hacían por la limitación del depósito) de vueltas con una décima de oscilación entre ellas. Alucinábamos en el muro”. Sorpresa y expectación que aumentaba: “Cuando yo iba al volante oía aplausos a mi paso y me dejaba una sensación rara. Cuando vi los vídeos lo entendí todo. El piloto anterior era Alonso y dio un espectáculo. Tiraba del freno de mano y cruzaba el coche en plan rally. La gente alucinaba y aplaudía a rabiar al ver llegar nuestro coche, pensarían que siempre iba a estar él al volante”.
Pese a conocerlos bien ya, el propio Flores reconoce su admiración tras esa carrera: “Hubo un antes y un después sobre ellos. Compartir con ellos mono, casco y guantes te hace ver de verdad cómo es el mundo de la competición. Cuando esperábamos fuera, sentados, hablábamos de forma relajada, reíamos.... Llegaba el director de equipo y le decía a Fernando: ‘30 minutos’. A partir de ahí le cambiaba la cara. Llegado el momento se subía el mono y ya no se hacían bromas. Se ponía el casco y su mirada era diferente, de pura concentración y determinación. Ahí descubrí que había nacido para esto. Me di cuenta de quién era Fernando Alonso cuando tenía 18 años”.
Por último, Flores relata una anécdota que habla bien de ambos: “Les cogimos una habitación doble en un hotel cercano para que se ducharan y descansaran entre turnos en lugar de dormir en la caravana. Yo les dejé mi coche para ir y venir, y al acabar, hacernos las fotos y despedirnos, subí al coche, puse el contacto... y estaba el depósito lleno. Se habían ido a la gasolinera para devolvérmelo lleno. Un detalle que habla a la perfección de cómo son como personas”.
