La intrahistoria
Volando en un Ferrari rojo por el circuito de Montmeló
Una vuelta al circuito con Marc Gené al volante. En curvas lentas, la diferencia respecto a un F-1 no es tan abismal. Vivir esta experiencia es algo único.
El Ferrari se cruza de un lado al otro del asfalto y parece que va a seguir recto hasta las protecciones, pero entonces el piloto toca el volante un poco más fuerte de lo habitual y el coche sigue por donde debe, acepta la derrapada como un caballo negro el quiebro en el galope y continúa rugiendo.
"Esta curva la hemos tomado a 120, no está mal y has visto las sensaciones que se experimentan, pero con el Ferrari de F-1 lo hubiéramos hecho a 220 o 230, es decir, cien kilómetros por hora más que con este coche que es, probablemente, el coche de calle con mejor tracción del momento", explica Marc Gené como un maestro en su aula, mirando a este periodista que ocupa el asiento de al lado, mientras se pelea con el coche, pero lo hace sin esfuerzo. Es la curva Campsa de Montmeló.
Dar una vuelta en un Ferrari 458 Italia con un piloto de Fórmula 1 es una experiencia única, de ésas que hacen gritar a los más miedosos y bajar del coche con una sonrisa a los que les gusta la aventura. Mientras Marc explica las sensaciones al volante, poco más atrás, Pedro de la Rosa y Fernando Alonso echan carreras entre risas con los aterrorizados invitados, que piden al cielo que la vuelta se acabe lo antes posible...
Ya es tradicional este evento del Banco Santander, en el que algunos periodistas pueden comprobar lo que se siente en un circuito mientras un piloto, en este caso un ganador, el primer y único español vencedor de las 24 Horas de Le Mans, se divierte al volante. Me tocó con Marc Gené. Otros lo hicieron con Felipe Massa, también con Pedro de la Rosa, feliz en estos espectáculos con Ferrari, y otros con Fernando Alonso.
Para saber quién le tocaba a cada uno había un pequeño examen de conocimientos sobre el banco y Fórmula 1. Un pequeño fallo impidió a este enviado especial copilotar al doble campeón del mundo, pero a cambio Gené me ofreció un lujo que no olvidaré. Es la verdad de un Ferrari.
"Ahora mira esta otra curva, estamos llegando a La Caixa, la hacemos a 80 y con el coche de F-1 a una velocidad similar, en las curva lentas no se nota tanto la velocidad", sostiene mientras, ahora sí, mira al frente y el coche se retuerce en un trompo que logra redirigir con maestría. Una, dos, tres cuatro curvas más de ruidos infernales y emoción sin límite. Y cuando parece que voy a sentir la verdadera velocidad de este Ferrari rojo la cosa acaba, no pasamos por la recta de meta y Gené se encamina a los boxes. "El coche coge los 320, pero aquí llegaríamos a los 280 nada más". Sólo eso... Gracias Marc. Suerte este año. "Va a ir todo mejor, ya verás", dice con un guiño. Así sea.