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Impresiones

Impresiones de Prince of Persia: The Lost Crown, el primer juegazo de 2024

Jugamos 4 horas al nuevo Prince of Persia 2D de Ubisoft y The Lost Crown nos sorprende con el altísimo nivel de su historia, combate, plataformas y diseño metroidvania.

Prince of Persia: The Lost Crown

“La gente cree que el tiempo es como un río que fluye seguro y veloz en una sola dirección, pero nosotros le hemos visto la cara al tiempo y es como un océano en la tormenta”. Somos muy fans de Prince of Persia. Qué demonios, la palabra “fan” se nos queda corta. Tenemos tatuado kakolookiyam en el brazo izquierdo y nos hemos disfrazado de Dahaka algún que otro Halloween. Defendemos Las Arenas Olvidadas y somos de los primos que en 2018 pagaron gustosos por el final-no-final del PoP cel shading. Por eso teníamos tantas ganas de que Ubisoft trajera de vuelta la saga y por eso chasqueamos la lengua cuando vimos sus dos nuevas propuestas.

La primera, un remake zarrapastroso que ojalá aún puedan salvar. La segunda, un proyecto 2D más próximo al juego original de 1989 que a los plataformas de la época de PlayStation 2. Ninguna de ellas nos convencía, pero si algo nos ha enseñado la serie es que nunca es demasiado tarde para retroceder sobre nuestros pasos y hacer bien las cosas. Si hay que retractarse de palabras y prejuicios ni siquiera hace falta una daga del tiempo. Por eso queremos pedirle perdón a Prince of Persia: The Lost Crown. Porque tras pasar cuatro horas con el juego nos ha quedado cristalino que se trata del mejor regreso que podíamos desear. Este lanzamiento va más allá de ser una vuelta por todo lo alto y está llamado a convertirse en el primer juegazo de 2023.

Un juego mucho más ambicioso de lo esperado

Queremos empezar estas impresiones dando algunos datos que quizás os ayuden a replantearos lo que podéis esperar de esta entrega. Porque hemos visto a mucha gente hablar de ella como un proyecto menor y es difícil respaldarlo cuando detrás está Ubisoft Montpellier, colaboradora de Prince of Persia: Las Dos Coronas y responsable de Rayman Origins y esa obra maestra con un 10 en MeriStation que es Rayman Legends. Es decir que detrás del proyecto esta la crème de la créme de la compañía y hay talento para dar y tomar. Experiencia y cariño por la saga y maestría en plataformas 2D.

El segundo dato que reivindica que esto de pequeño no tiene nada son las entre 20 y 30 horas de duración que se nos han prometido. Prince of Persia: The Lost Crown está cargado de contenido y es un señor metroidvania. La profundidad de su sistema de combate sorprende, la agilidad de sus plataformas enamora y todo lo adereza el notable diseño de niveles (por supuesto con backtracking y toda clase de secretos). Existe inventario, habilidades y poderes, tiendas y forjas para mejorar las distintas armas, misiones secundarias, decenas de jefes finales, arena de combate… Toca todos los palos y viene a rebosar de propuestas. Hasta hay secciones con enemigos inmortales que nos perseguirán si nos localizan y que recuerdan tanto a Warrior Within como a Metroid Dread. Se antoja dinámico y completísimo.

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¡No manejamos al Príncipe!

Curiosamente, en The Lost Crown no somos el Príncipe de Persia, sino uno de los Siete Inmortales, los mejores guerreros del reino. En concreto manejamos a Sargon, más conocido como “el rashabar, o viento negro que arrasa todo a su paso”. El juego arranca en plena contienda entre los persas y el imperio kushán, batalla en la que nuestro cuerpo de élite (inspirado en leyendas reales) se luce y demuestra de dónde viene su fama. Una vez terminado dicho prólogo, durante banquete de celebración, la mentora de Sargon en los inmortales, Anahita, traicionará a los suyos y secuestrará al príncipe Ghassan (ahora sí, el Príncipe de Persia), obligando al resto a ir tras ella en una misión de rescate.

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La búsqueda llevará a los inmortales hasta la montaña de Qaf, también sacada de la mitología iraní. Es en este espacio “más allá de todo lugar” donde el tiempo empieza a hacer de las suyas y donde se nos soltará a nuestro libre albedrío. Sargon y sus cinco compañeros se separan en busca de Anahita y en su soledad, a cada uno le afecta el tiempo de una manera diferente. Para algunos, un día en Kafkuh será lo mismo que para otros tres años. Los personajes envejecen y rejuvenecen sin control, algunos tienen visiones de su pasado, otros de su futuro y eso por no hablar de los muertos que han resucitado y que se revuelven contra nosotros. Los límites de la cordura se difuminan y la historia se plaga de juegos temporales y paradojas.

Aunque radicalmente distinta a lo visto hasta ahora en la saga, la narrativa sigue teniendo una gran importancia y hay toda clase de cinemáticas y diálogos ingame con sprites en 2D. A nosotros con apenas cuatro horas ya nos había atrapado y dejado un buen número de interrogantes en mente. En esos primeros compases íbamos descubriendo el pasado de Sargon (¿será este Sargon?), se nos mostraba su tierna relación con Anahita y lo veíamos enfrentándose a otros Inmortales (por no hablar de los mitos y misterios sobre la montaña de Qaf de los que iba teniendo constancia). Todo acababa con un giro de guion que nos ha puesto los dientes largos hasta el código de review y que deja claro que tiene toda nuestra atención. Pinta genial.

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Lo que menos nos ha gustado

Antes de seguir, quitémonos de encima lo que menos nos ha gustado de Prince of Persia: The Lost Crown. Al fin y al cabo se trata de una única cosa. Es, simple y llanamente, que el juego nos resulta dispar en lo artístico. Gráficamente no es ningún portento, peca de simple y mezcla personajes sacados de Clash of Clans con escenarios de ensueño. Su estética cartoon no ha terminado de entrarnos por los ojos y nos hace añorar la anterior apuesta por el realismo mágico de ‘Las mil y una noches’. Además, y tal y como se venía venir en los tráileres con hip hop de fondo, le juega a la contra el esfuerzo por hacer pasar a sus personajes por contemporáneos. Hay niveles maravillosos y preciosos, claro está, pero también escenarios de lo más genérico (bosques y cloacas, por ejemplo) que no aprovechan en absoluto el panteón del que beben.

Aunque hay ambientaciones reales como Ardaches, Persépolis, el desierto de Lut y las Llanuras Sangrientas, tampoco tiene tapujos en introducir buenas dosis de fantasía a través de los árboles Wakwak, personajes como Kaheva (diosa de la herrería que forja armas ilustres como la espada del rey Darío I de Persia) y monstruos y bestias como el Jahandar visto en los tráileres (un león que tiene alas de murciélago, cuernos de cabra y el aguijón venenoso de un escorpión). Salta de nuestro mundo al de los mitos y las leyendas según necesita y genera una atmósfera muy especial no aprovechada en lo técnico.

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Un combate dinámico y satisfactorio

Entrando ya en lo jugable, el sistema de combate va a sorprender a más de uno. Resulta más completo y profundo de lo que esperábamos. Cuenta con un buen número de combos y estrategias que hasta podemos ensayar en una especie de coliseo. Tenemos la opción de desencadenar una tormenta de golpes y jugar a lo burro, cargando nuestros ataques y tirando de fuerza bruta. También podemos alardear de técnica y del parry que tanto hemos practicado estos años de soulslike (un parry muy vistoso y bien implementado, todo sea dicho). Pero incluso está la opción de recurrir a la velocidad y no dejar de correr, saltar y deslizarse para pillar a los enemigos por la espalda o con la guardia baja. Es francamente dinámico y satisfactorio y exige adaptarse a una gran diversidad de enemigos.

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Sumadle que debemos encontrar objetos para mejorar nuestros arcos y espadas en la forja de la diosa Kaheva. (¿No os habíamos hablado del combate a distancia con un arco capaz de transformarse en una cuchilla arrojadiza?). O que hay poderes y habilidades con tiempo de recarga (activas, como un superataque, o pasivas, como las que crea un área que regenera vida). Hasta hay objetos consumibles y se nos permite equipar diferentes amuletos (colgantes) que modifican nuestras stats. Si con el correr de las horas pusiera aumentara el arsenal a nuestra disposición, The Lost Crown podría llegar a ser un derroche.

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La nata del roscón: sus secciones de plataformas

En lo que a plataformas respecta son ágiles, precisas y desafiantes. Aunque hay viaje rápido, este Prince of Persia es uno de esos (pocos) juegos en los que tampoco nos cuesta nada ir a pata a los sitios por lo satisfactorio del desplazamiento de Sargon. Es rápido y está plagado de detallitos como ese dash en el aire en el que nuestro protagonista hace la mítica animación con los pies de correr por las paredes (aunque no haya). Esperad un buen número de rebotes entre muros, suelos que se caen y mástiles y astas en los que balancearse. Se nota la mano de Ubisoft Montpellier detrás.

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Mención especial a esas fases de pinchos y cuchillas, a veces opcionales y sólo para quienes busquen todos los secretos, a la manera de las que había que superar en Prince of Persia: El Ama del Guerrero para conseguir la espada del agua y el final alternativo (y canon). Sólo tenemos un pero y es que en ocasiones, al caer donde no debemos o golpear el filo de una trampa, la pantalla nos quita un poco de vida, torna a negro y recarga el punto de control. Creemos que se nos podría dejar maniobrar y salvar la situación. Molesta sobre todo en esas habitaciones opcionales en las que hemos de superar una serie de sierras mecánicas del tirón y fallar una exige empezar desde el principio. Pero qué maravilla verse de nuevo en ellas.

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Un digno metroidvania

Por último no podemos irnos sin alabar un diseño de niveles repleto de secretos y curiosidades. Desde conversaciones con personajes clave hasta misiones secundarias que otorgar recompensas fundamentales para mejorar a Sargon, como las de Ori and the Will of the Wisps. Hay backtracking, las áreas están bien conectadas entre sí y hasta encontraremos ligerísimos puzles en nuestra aventura que recuerdan a los de la trilogía original, de tirar palancas y mover plataformas y espejos.

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En lo personal, nos ha encantado que el mapa permite tirar fotos a modo de marcador. ¿Hay un cofre en una estancia al que no puedes llegar ahora? Pues en vez de poner un iconito de un baúl en el mapa, The Lost Crown te permite dejar directamente una foto de ese cofre para que cuando consultes el plano sepas exactamente qué era lo que habías dejado ahí. Es un detalle y parece una estupidez, pero resulta una idea muy aguda y novedosa y se agradece enormemente.

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Primeras conclusiones

Como habréis deducido, nosotros hemos salido encantados de nuestras cuatro primeras horas con Prince of Persia: The Lost Crown. Haced a un lado su estética y dadle una oportunidad porque parece rendir a un altísimo nivel en muchos apartados (historia, sistema de combate, plataformas y diseño de niveles). Podría ser el primer juegazo de 2024 y el mejor retorno posible para que la saga asome la patita y se afiance antes de un retorno a las tres dimensiones. Ubisoft Montpellier se ha marcado un señor metroidvania en el que ardemos en deseos de perdernos y del que esperamos hablaros muy, pero que muy pronto en su análisis previo al lanzamiento, previsto para el 15 de enero de 2024. El Príncipe ha vuelto. Larga vida al Príncipe.

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Prince of Persia: The Lost Crown

  • PC
  • NSW
  • PS4
  • XBO
  • PS5
  • XBS
  • Plataformas
  • Acción

Prince of Persia: The Lost Crown es un plataformas de acción 2D a cargo de Ubisoft Montpellier y Ubisoft para PC, Switch, PlayStation 4, Xbox One, PlayStation 5 y Xbox Series. Adéntrate en un atractivo juego de plataformas repleto de acción y aventura. Viaja por la mitología persa y manipula los límites del espacio y el tiempo. Usa tus poderes del tiempo, habilidades de combate y movimientos para ejecutar combos letales y derrotar a criaturas mitológicas y enemigos corrompidos por el tiempo. Compra amuletos a los comerciantes y equípate con ellos para jugar a tu manera.

Carátula de Prince of Persia: The Lost Crown
9.5