Avance

Impresiones de Dragon’s Dogma 2: un juego feo, fuerte y formal

Probamos la secuela del querido action RPG de Capcom y aunque no tiene muchas novedades, conserva todas las virtudes del original y es ya uno de nuestros juegos más esperados de 2024.

Dragon’s Dogma 2 es feo, fuerte y formal. Y al igual que la mítica canción de Loquillo, es un juego de otra época. Lo decimos en el mejor de los sentidos. Pertenece a los tiempos de Xbox 360 y PlayStation 3, cuando para qué mentir, las compañías eran más audaces e ingeniosas. No se trata de que idealicemos el pasado con un barniz de nostalgia, sino de pura lógica. Por entonces el expediente técnico ya te lo cubría el salto al HD y podías dedicar menos tiempo a los gráficos y más a probar ideas y tratar de ser divertido. Así surgieron proyectos como Dark Souls, los cuales reinventarían la industria aún siendo más feos que una nevera por detrás. El caso es que, once años y dos generaciones después, Dragon’s Dogma 2 emana esa misma esencia. No entra por los ojos, pero es una experiencia única. No se nos ocurre otra en la que puedas trepar por las lorzas de un cíclope, apuñalarle en la pupila hasta matarlo, saltar hacia atrás cuando le ves tambalearse hacia el suelo, dar un tirabuzón mortal de flipado en el aire y aterrizar sin querer en una cascada que había cerca, cayendo por ella y perdiendo la vida y cuanto habías conseguido. Sencillamente no la hay.

No hay que arreglar lo que no está roto

Hace un año, coincidiendo con su décimo aniversario, os contábamos la historia del juego original en el reportaje ‘Dragon’s Dogma, 10 años demostrando que el amor no es sólo a primera vista’. En él explicábamos los motivos de su leñazo en ventas y todos los problemas que le acompañaron durante sus primeros meses de vida. Una autopsia demoledora que sin embargo concluía lo siguiente: “Aún con todos los defectos citados, el juego también tenía muchas virtudes. Virtudes que no han dejado de crecer en este tiempo porque prácticamente nadie ha logrado replicarlas. Se han vuelto algo único y nos hemos sorprendido pensando en ellas a menudo, con sus correspondientes visitas veraniegas a Cassardís y la isla de Bitterblack”.

Tras pasar una hora con su secuela (gracias a Capcom y Plaion por ello), nuestras primeras impresiones de Dragon’s Dogma 2 van en esa línea. La práctica totalidad de sus mecánicas se antojan nuevas y viejas al mismo tiempo. Viejas porque ya se usaban en el juego original y nuevas porque, al no haber tenido demasiados herederos, siguen sintiéndose frescas y genuinas. Estamos otra vez ante un action RPG de fantasía medieval cuyas claves son las cuatro de entonces.

Las cuatro claves de Dragon’s Dogma 2

La primera es un nuevo y envidiable bestiario. En apenas una hora recorrimos lo más granado de la mitología y nos las vimos y deseamos contra harpías que dormían a nuestros personajes al segundo de arrancarse a cantar, cíclopes de dimensiones descomunales, dragones de escamas impenetrables, hipogrifos que escapaban volando si veían complicarse el combate, lobos dignos de la casa Stark, trasgos en grupos de lo más compenetrados y hasta lo que parecían los lizalfos de Zelda.

La segunda vuelven a ser el (enorme) tamaño de los enemigos y la posibilidad de interactuar con los mismos. Podemos trepar por ellos a lo Shadow of the Colossus y cercenarles determinadas extremidades como si estuviésemos en el género de cacerías (de hecho, Monster Hunter y Wild Hearts, entre otros, bebieron del primero Dragon’s Dogma en ese sentido). También podemos agarrar a cualquier enemigo pequeño y lanzarlo al mar o por un terraplén. Cuanto más atrevidos y borricos seamos, casi que mejor.

Dragon’s Dogma, Devil May Cry 5 y Final Fantasy XVI

La tercera clave es el sistema de combate y las físicas. Esta secuela parece ir a tomar el relevo de la anterior como uno de los mejores simuladores de Légolas y Merlín del mercado. Había pocos juegos del género en los que fuera tan satisfactorio ir de arquero o de mago. La acción de Dragon’s Dogma 2 sigue siendo igual de divertida que antaño.

Cabe recordar que detrás de la acción de Dragon’s Dogma se encontraba en su día Ryota Suzuki, a quien Capcom pondría después a cargo de los combates de Devil May Cry 5. El talento del diseñador tampoco pasó desapercibido en Square Enix, donde lo ficharon para desarrollar las batallas de Final Fantasy XVI. Quizás es pronto para hablar de cómo se conserva su estilo y de si ha evolucionado, pero como mínimo, la huella de Suzuki sigue presente (lo mismo con el legado de Hideaki Itsuno). Es probable que la orfandad del juego se plasme en la ausencia de ideas nuevas, pero también está por ver.

Peleas al margen, desplazarse por el mundo abierto sigue siendo de lo más ameno. Por un lado porque está lleno de físicas con las que jugar. Rocas que hacer rodar colina abajo, puentes que derrumbar tras cruzarlos para que nadie nos sigan, caídas, explosiones, etcétera. Por otro por la sorprendente libertad en la elección de rutas. Nada como probar a atajar por caminos imposibles o como hacer parkour por los tejados de las ciudades.

Una IA referente

Y por último, la cuarta clave es una inteligencia artificial que demuestra lo que ya sospechábamos, que la IA del original estaba diez años adelantada a su tiempo. Porque sí, vuelven los peones. Vuelve el sistema para crear NPC con vida propia. Personajes que otros jugadores pueden importar vía online a sus partidas y que se desarrollan con independencia de nuestras acciones, como si de verdad habitaran las tierras de Vermund y Battahl. Compañeros de aventuras que nos guían, son hábiles en combate y a menudo sorprenden por lo humano de sus acciones.

El sistema tuvo tanto éxito en el primer Dragon’s Dogma que más tarde juegos como Assassin’s Creed Valhalla intentaron emularlo sin éxito (de ahí los jomsviking). Ahora la secuela lo trae de vuelta y os adelantamos que aún es capaz de sacarnos una sonrisa tras otra. Se crean verdaderos vínculos y momentos únicos con los tres NPC con los que podremos viajar (uno propio y dos importados). Es hilarante ver cómo se sacan las castañas del fuego y cómo se relacionan con el mundo que les rodea. No tardaréis en tener vuestros favoritos y vuestros señalados, a los que vilipendiar de mil maneras diferentes.

Un nuevo motor gráfico para salvarlos a todos

Lo más normal sería preguntar qué aporta esta secuela si sus principales argumentos son un calco de los originales. La respuesta es muy sencilla: números. El mapa de Dragon’s Dogma 2 se antoja descomunal. En la hora pasada junto a él apenas hemos atisbado a ver una pequeña, infinitesimal, pincelada del mismo. Las vocaciones, eso sí, se mantienen iguales. En el menú vimos las del original: arquero, hechicero, guerrero, ladrón y luchador (quedamos a la espera de ver si también pueden combinarse). Pero sobre todo, la principal novedad es el uso del RE Engine de Capcom, los motores gráficos de Resident Evil.

Uno de los problemas del primero, que usaba el MT Framework, era que a nivel técnico suponía un dolor de muelas. Tenía clipping, popping y cuantos defectos gráficos acabados en -ing se os ocurran. Eso por no hablar de sus gravísimos problemas de framerate y de las franjas negras horizontales que envolvían la pantalla (de moda en aquel entonces, pues también las teníamos en juegos como The Evil Within o The Order 1886). Es verdad que el rato pasado con Dragon’s Dogma 2 estaba perfectamente seleccionado y delimitado, pero nosotros no hemos tenido ningún problema durante toda la sesión. Sin ir a marcar un nuevo estándar gráfico, sí que parece ir a evitar tropezar con la misma piedra y a permitirnos centrar la atención en lo importante: ambientación y jugabilidad.

Dragon’s Dogma 2 no viene para hacer amigos, pero en el fondo es un sentimental y le saldrán hasta de debajo de las piedras. Es un tanto animal en lo gráfico, pero también sabes que siempre puedes contar con él. Es de otra época y corte moral. Y tras una hora ya nos ha dibujado una sonrisa de complicidad. Feo, fuerte y formal, vaya. Capcom no se saca ningún conejo de la chistera. Ha pulido los defectos gráficos del original, ampliado su mapa y bestiario y conservado todo lo demás. Si nos dicen que es un remake, nos lo creemos. Pero como llevamos once años esperando y como no ha habido muchos valientes que se atrevieran a apostar por una fórmula similar, nos morimos de ganar de volver a ella. Porque sigue siendo uno de los mejores y más satisfactorios safaris mitológicos del mundo del videojuego. Somos profetas de Cassardís y orgullosos. Ojalá tenga fecha pronto (sale sólo en PS5, Xbox Series y PC), pues estamos ante uno de nuestros más esperados de 2024.

Dragon's Dogma 2

  • PS5
  • PC
  • XBS
  • Acción
  • RPG

Dragon's Dogma 2 es un videojuego de acción RPG a cargo de Capcom para PC, PlayStation 5 y Xbox Series ambientado en el fantástico universo de la franquicia. La historia arranca en una prisión subterránea donde el eco de la voz del dragón resuena en la niebla de recuerdos perdidos. Álzate, Arisen, y vénceme siguiendo el dogma de este mundo. Entre los dominios de los humanos y los férides, un héroe deberá cumplir su destino olvidado. ¿Qué dogma ve tu corazón a través de tus ojos? Esta es la historia de quien deberá matar al dragón y subir al trono.

9.2

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