Monster Hunter Rise: Sunbreak
Monster Hunter Rise: Sunbreak, análisis. Capcom sigue en forma
Te contamos nuestras conclusiones con Monster Hunter Rise: Sunbreak, la expansión de la última entrega de la saga de Capcom para PC y Switch.
Capcom vuelve a demostrar su excelente estado de forma. Monster Hunter Rise encuentra en Sunbreak una expansión que cierra de alguna manera su trayectoria de éxitos. Tras el recorrido de la campaña principal y sus contenidos postlanzamiento, todo el viaje a través del Rango Maestro ofrece al cazador veterano un grado de dificultad a la altura de las expectativas. Tanto viejos como nuevos rostros se dan cita en un complemento que se ha convertido en una parte imprescindible de la experiencia Rise.
Elgado, el puente hacia los nuevos destinos
El puesto de avanzada Elgado ofrece un contraste evidente frente a lo visto en Kamura. De los aires de aldea japonesa pasamos a un pequeño cuartel general marítimo en el que se respira un aire occidental, amenizado por ritmos provenientes de Italia. Ese cambio de tono viene acompañado de un tamaño bastante más pequeño en comparación.
No existen transiciones entre los principales mercaderes. El centro neurálgico es una pequeña plaza que da pie a tres lugares: la mesa de operaciones, un muelle en el que nuestro barco se encuentra atracado y el restaurante. Todo está al alcance de la mano para que puedas acceder rápidamente.
Eso sí, hay algunos elementos relacionados con los compañeros en los que tendremos que cruzar de nuevo el charco. Por suerte, el RE Engine se sigue comportando a las mil maravillas. En Nintendo Switch los tiempos de carga apenas toman tan solo varios segundos, e incluso los nuevos elementos de algunos monstruos mantienen el objetivo de 30 fps sin problema.
Los destinos originales de Monster Hunter Rise se mantienen para algunas misiones de Rango Maestro, pero una vez entremos en materia veremos que las dos nuevas zonas toman absoluto protagonismo. Destaca el Bastión, el mapa más grande y diverso de esta entrega. Hablamos de una zona de juego que se divide en sectores temáticos, por decirlo de alguna manera. En un solo mapa encontramos al menos tres tipos de ambientaciones que dan sentido a algunos de los monstruos que se incorporan.
Al este encontramos las ruinas de un antiguo castillo; si nos dirigimos al oeste, en cambio, veremos una zona forestal más propia de una jungla. En el norte encontramos varios escenarios completamente congelados que dan paso a una cueva donde suele permanecer Lunagaron, el monstruo del que hablaremos en profundidad en próximos párrafos.
Combatir por el Bastión es tan solo rascar la superficie. La exploración toma peso con algunas rutas opcionales descubiertas en base a la experimentación. Un barril explosivo, por ejemplo, puede ser la llave para abrir un viejo calabozo, donde encontraremos una pieza de los coleccionables. Y si piensas en vertical, los cordópteros abren atajos importantes útiles cuando perseguimos a un monstruo.
La Jungla, el segundo mapa principal añadido en la expansión, ofrece un contraste importante a nivel de diseño. La zona jugable sigue un patrón en espiral que conecta sus playas con una importante red de cavernas. En cualquier momento puedes encontrar una escapatoria entre los diferentes niveles, ya sea con una entrada secreta desde un punto de la playa o combinando los cordópteros hacia la zona selvática, en la parte superior. Y nos dejamos algunas cosas por el camino para evitar revelaros la sorpresa.
Cacerías de Rango Maestro
La introducción del Rango Maestro supone una inyección de dificultad que los veteranos agradecerán. Incluso en cooperativo a cuatro, cuando los monstruos desatan todo su potencial, se requiere un nivel de coordinación bastante mayor que en buena parte de la aventura base.
Gran parte de la responsabilidad recae sobre los hombros de los nuevos rostros. Viejos conocidos y monstruos inéditos se dan cita para ampliar de manera importante el bestiario de Monster Hunter Rise. Entre ellos destacan los tres señores, aquellos sobre los que gira el hilo argumental.
Lunagaron, por ejemplo, es una especie de Zinogre (salvando las distancias) en el que poco a poco va descubriendo una capa helada que utiliza como arma ofensiva. Sus ataques veloces habitualmente giran alrededor de sus garras, que abarcan con violencia una parte importante del terreno de combate. Un cazador ágil puede sortearlo prácticamente sin problema; es el más flojo de los tres en lo jugable, aunque visualmente es impresionante.
La situación se vuelve delicada sin nos enfrentamos a Garangolm, el segundo en discordia. Es un gigante de apariencia simiesca que apoya todo su cuerpo en sus dos brazos delanteros, que utiliza para asestar golpes contundentes. En cuestión de segundos puede cambiar su cuerpo para imbuirse en fuego; los elementos forman parte esencial de la mayoría de los monstruos de Sunbreak.
Pero quien atrae todos los focos es Malzeno. Este dragón anciano reúne algunos de los mejores momentos en combate no solo de Sunbreak, sino de toda la oferta de Monster Hunter Rise en general. Su repertorio de ataques varía entre ondas de energía oscura, terremotos y embistes con su cola mientras vuela. Es despiadado.
Pero además del trío, conviene subrayar algunas variantes que se incorporan al plantel. El combate contra el Almudron Magma es muy intenso, y la explosividad del Rakna-Kadaki Pira rompe por completo la imagen que teníamos de esta suerte de araña. También se agradece la presencia de algunos clásicos de anteriores entregas, como el Daimyo Hermitaur.
Completar la campaña principal toma alrededor de 25 horas, dependiendo del tamaño de tu grupo y lo rápido que asciendas por el equipamiento de Rango Maestro. Para completar el postgame podemos irnos fácilmente a las 50 horas sin despeinarnos. A partir de ahí todo dependerá de hasta qué punto quieras farmear las armas de mayor nivel.
Una vez superada la campaña principal lo que nos queda son las misiones de anomalía, unas misiones de máximo nivel en el que nos enfrentamos a versiones especiales de los monstruos básicos. Estos afligidos proporcionan materiales que te permiten acceder al último nivel de cada arma. Cuanto más consiguas, más oportunidades tendrás alcanzar el techo. Todo ello mientras utilizamos los cambios de habilidad al vuelo entre dos sets establecidos por tí previamente.
En ningún momento se hace pesado, al contrario: no existen barreras de contenido que superar para verlo todo. Eres tú quien a través del progreso del cazador y la curva de habilidad consigues llevar la experiencia hasta el punto que quieras. Debemos insistir en lo bien que sigue funcionando el matchmaking. El emparejamiento con jugadores de todo tipo de regiones (sobre todo asiáticos en la versión de Nintendo Switch) se produce de manera estable y en cuestión de segundos. ¿Tienes 15 minutos libres? Entras, buscas el monstruo que quieres farmear y pronto encontrarás un escuadrón activo. Así vas enlazando Rangos Maestros que desbloqueen nuevas misiones urgentes y enfrentamientos inéditos, que se irán extendiendo a medida que se lancen las actualizaciones gratuitas en los próximos meses.
Lo que se nos queda algo descafeinado son las misiones de compañeros. Capcom ha introducido una cadena de misiones para un jugador en las que nos podemos ir de cacería con algunos de los personajes principales de esta entrega. A medida que completamos de uno en específico iremos consiguiendo planos de armamento y cosméticos, pero en la práctica es una forma de incentivar la experiencia al jugador casual. Necesitamos algún motivo más jugable para encontrarlas atractivas, porque incluso en lo narrativo hacen aguas. Queda margen para darle una vuelta en futuras entregas.
Conclusión
Monster Hunter Rise: Sunbreak es la conclusión ideal para una entrega que ha alzado todavía más el vuelo de la saga tras el excelente Monster Hunter World. La expansión no llega a la altura de un gigante como Iceborne, pero sí extiende una línea de contenidos que mantienen el estándar de calidad. Los nuevos monstruos y las cacerías de Rango Maestro en dificultades altas suponen el punto de dificultad que buscábamos en buena parte del juego base. Hablamos de 25 horas de campaña como mínimo donde se vuelve a poner a prueba las capacidades de Nintendo Switch, la versión que hemos podido analizar, gracias a la labor de optimización del RE Engine. Estamos ante un contenido imprescindible para los fans.
Lo mejor
- Los nuevos monstruos y las variantes de los ya existentes.
- El bastión, la mejor zona jugable de todo Monster Hunter Rise.
- Las opciones del Rango Maestro a nivel de equipamiento.
- Logra alcanzar el punto de dificultad que queríamos ver en esta entrega.
Lo peor
- Las misiones de acompañantes son descafeinadas.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.