Análisis de Gears of War: Reloaded, el platino más morboso de PS5 y el fin de una era

La guerra de Marcus Fénix nunca fue contra los locust, sino contra PlayStation. El Gears of War original fue el primer vendeconsolas de Xbox 360. Un must have que Sony intentó paliar en su catálogo con Resistance: Fall of Man. Para combatir a sus secuelas (aún mejores), la compañía japonesa tuvo que subir la apuesta y recurrir a las armas pesadas, es decir, a Uncharted. Son legendarias las peleas entre los fans de una saga y otra en Zonaforo por discernir cuál tenía mejores gráficos o quién había copiado a quién en el tema de las coberturas. Y cuando llegó la generación de los mundos abiertos y los reboots, las reinvenciones que se enfrentaron fueron la de God of War y la de Kait. La abreviatura GoW tenía significados muy distintos en un lado u otro. Así que ni Halo ni los Forza. Si ha habido una IP que se ha tanqueado la rivalidad entre verdes y azules, esa ha sido la de los lancer, los agujeros de larvas y la CGO. Fue ella quien se midió con todas las puntas de lanza de la competencia. Por eso ahora resulta tan surrealista encender tu PS5 y ver al pelotón Delta devolviéndote la mirada desde el menú.

La llegada de Gears of War a PlayStation es otro de los sueños lúcidos a los que habrá que ir acostumbrándose. Ya no queda nada de MeriStation Consolas ni de aquellos tiempos en los que era posible ver cuatro juegos de una saga en la misma generación. El tío que anunciaba Doritos en el E3 es ahora el E3. El Unreal Engine ha pasado de salvavidas a enemigo público número uno y Epic Games perdió el interés en hacer más juegos cuando le tocó la lotería royale. Cliff Bleszinski ya no predica desde un escenario, sino que grita al cielo desde un banco que comparte con David Jaffe. En fin, qué os vamos a contar. Que Xbox haya abandonado los exclusivos es solo una más de las que muchas cosas que nunca creímos posibles y que ahora son mera rutina. Para algunos, eso es lo bonito de la vida, el cambio. Para otros, éramos felices y no lo sabíamos.

Como veremos a lo largo del análisis, Gears of War: Reloaded es, en esencia, una revisión pensada para los usuarios de PlayStation que nunca probaron la saga. Una primera escaramuza de la marca para tantear el mercado, ir asentándose en la plataforma y no partir de cero cuando llegue la próxima entrega. Si eres de los que nunca lo jugó, no lo dudes, a por él. Aunque se haya quedado algo anticuado en ciertos aspectos, le siguen sobrando calidad y momentos memorables. Su influencia en el género ha sido tal que no tardarás en rastrear el origen de muchas características de tus juegos de acción favoritos. Es una lección de historia. Lástima que para el resto de usuarios no haya apenas incentivos.

¿Qué hay de nuevo, viejo?

Estas son las principales ‘novedades’ de Gears of War: Reloaded con respecto a la Ultimate Edition:

Ponemos ‘novedades’ entre comillas porque muchas de ellas (como los 4K y 60 fps) ya estaban disponibles en la versión para PC de Gears of War: Ultimate Edition que se lanzó un año después de la de consolas. Los usuarios de componentes son los que menos cambios van a notar a pesar de que esta vez existen mejoras adicionales que aprovechan herramientas nada comunes allá por 2015. Algunas ni siquiera se habían inventando entonces. Es el caso de NVIDIA DLSS, la Radeon Super Resolution de AMD, Dolby Vision o el VRR (Variable Refresh Rate).

También podéis esperar en PlayStation 5 el uso de los gatillos adaptativos y la vibración háptica (la cual permite, por ejemplo, saber qué tablas de madera se van a caer y cuáles no en aquella mítica escena del acto tres en la que caminamos sobre un enjambre de infames iluminados). Además, en Pro presume de mejoras de hasta un 25% en materia de resolución, usa PSRR y da algunas pinceladas adicionales a los dientes de sierra con un sampling más depurado.

A la hora de la verdad, no os vamos a engañar, somos Michael Scott tratando de buscar las siete diferencias entre las dos imágenes idénticas que le daba Pam. Hemos agradecido la ausencia de tiempos de carga entre capítulos y cinemáticas (otra novedad), pero al margen de eso, en lo visual, lo único que hemos sentido distinto es el tema de la iluminación, las sombras y los reflejos. Se ve algo más claro y contrastado, más nítido, con mejores efectos del agua, pero hasta ahí. Reloaded es prácticamente igual que la Ultimate Edition.

Incluso la estabilidad del framerate no sorprende al limitarse a alcanzar los mismos resultados a los que ya nos acostumbró la retrocompatibilidad de Xbox Series X con Gears 5, un título a todas luces más exigente. En su día, el remake le daba un acabado moderno al conjunto, un señor lavado de cara, pero han pasado diez años de aquel y es difícil que Gears of War: Reloaded impresione a nadie con lo mismo. Es un remaster del remaster de PC del remake de consolas.

El principal motivo para hacerse con él

La gracia del juego está en abrir un campo de entrenamiento online que nos permite foguearnos hasta la salida de Gears of War: e-Day, la próxima entrega de la saga. Dado que el multijugador de Gears 5 lleva muerto desde hace tiempo, se echaba de menos una opción que preservara la particular propuesta jugable de la serie. El peso de los personajes, la recarga activa, el tempo de las partidas con ese sistema de coberturas, el asquerosísimo wallbounce... Su fórmula sigue siendo de lo más genuina. Nada se siente igual que Gears. Es único en su especie. Hace años trató de copiarle hasta el apuntador, pero hoy vuelve a ser un refrescante rara avis entre las tendencias actuales.

Merece la pena probar su propuesta y persevar, pues la curva de aprendizaje puede ser un tanto pronunciada para los recién llegados. A los xboxers les habrán quitado otra exclusiva, pero al menos pueden descargar su frustración con los tiernos novatos de PlayStation y aplicarles la de Carmine. Porque sí, una de las novedades más acertadas de Reloaded es la introducción del juego cruzado entre plataformas. Mejor aún, tenemos hasta progreso compartido entre ellas. Mantendremos nuestro nivel online aunque un día juguemos en cosola y otro en PC.

No se le puede poner un pero a Reloaded en materia de online. Viene con todos y cada uno de los mapas originales (los 19, incluyendo los 6 que se añadieron por DLC y los 3 exclusivos de la versión de PC), así como con todos los modos, personajes jugables y skins disponibles en su día. Se agradece que estas se desbloqueen a base de partidas y que no haya que volver a pasar por caja para según que cosméticos, algo muy extendido en las últimas entregas. También tenemos servidores dedicados y anti-cheat. Incluye todo cuanto podría incluir.

Entonces, ¿cuál es el problema?

Es imposible no pensar que, aunque la Marcus Fénix Collection no fuera más que un sueño húmedo de los fans en su día, Microsoft ha tenido tiempo de sobra para materializarla. El problema de Reloaded es que no aporta absolutamente nada más allá del morbo de salir en PlayStation 5. Son Gears of War 2 y 3 los que merecían el esfuerzo y su propia Ultimate Edition. Y si te empeñas en volver al original por enésima vez, al menos que sea para brindarle las mejoras que el remake siempre necesitó, no cuatro filtros para el mismo. La IA requiere de varias capas de pintura, algunos puntos de control están mal situados y el movimiento demostró en las secuelas que podía pulirse (entre otras cosas). De hecho, si el objetivo es convertir esto en el centro de operaciones online de la saga hasta nuevo aviso, ¿por qué no meter contenidos del multijugador del resto de la trilogía?

Es el factor diferencial de Reloaded. Si vas a hacer el tryhard en el online y a darle duro durante hasta Gears of War: e-Day, estupendo. Aunque solo busques el trofeo Seriamente (aquí llamado “¡¿En serio?!“). No habrá mejor lugar para calentar y nada sienta mejor que atraversar con tu motosierra al rival. Si ya eres fan de la marca, pero ocasional de su multijugador, no encontrarás razones de peso para volver por enésima vez a él. Es el mismo plato, recalentado y servido por cuarta vez seguida.

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