Los 5 mejores JRPG de Switch
Tras el lanzamiento de Xenoblade 3, y con Persona 5 todavía a cierta distancia, repasamos los más destacados del rol japonés en la híbrida de Nintendo.
Atlus se ha tomado su tiempo (y más considerando que Joker lleva desde 2019 como personaje jugable de Super Smash Bros. Ultimate), pero el 21 de octubre por fin sumará Persona 5 Royal a la ya excelente selección de JRPG de Switch. Y no solo eso: más adelante (en algún momento todavía por concretar de 2023), también lanzará Persona 3 Portable y Persona 4 Golden, reuniendo en dicha consola la “trilogía” más reciente y a la vez una de las etapas más laureadas de cualquier saga del género.
Pero mientras llega ese momento, o incluso si no lo esperáis porque ya tenéis dichos juegos en otra plataforma, la llegada de Xenoblade Chronicles 3 a Switch nos ha hecho pensar que sería un buen momento para ver lo que ya ha dado de sí la híbrida en lo que al rol japonés se refiere (específicamente JRPG, dejaremos S-RPG como Fire Emblem a un lado). Cinco juegos que han destacado, sea por su recepción crítica, sus ventas o su calidad. Como siempre, no están todos los que son, pero sí son todos los que están, así que sirva como recomendación por si tenéis alguno pendiente.
Xenoblade Chronicles 2
El primer año de Switch fue tan bueno que proyectó una sombra alargada sobre los demás, casi siempre incapaces de recrear un impacto similar. Por supuesto, salir el primer día junto a una obra maestra como Breath of the Wild ayudó, y recibir otro portento como Super Mario Odyssey al cabo de unos meses tampoco hizo daño. Pero durante 2017 también aparecieron Splatoon 2, el port de Mario Kart 8 (juego más vendido de la consola), Mario + Rabbids y, cómo no, Xenoblade 2. Estrenado en diciembre, el juego de Monolith Soft se encargó de cerrar el año por lo alto.
Quizá demasiado, puesto que su ambición con la escala y el detalle de los entornos significó un rendimiento portátil menos dignificado que en dock. Incluso tras algunos parches, aún evidencia las dificultades del estudio para sacar todo el jugo posible al hardware sin excederse (equilibrio que sí lograría tiempo después). Bajo lupa también se pusieron otros aspectos de su diseño, fuese la aleatoriedad a la hora de conseguir personajes para usar en combate, fuese el tono más desenfadado o frívolo de varios tramos durante la primera mitad. Pero cuando arrancaba, lo hacía con ganas.
Estrenado entre Xenoblade 1 y 3 (X queda para otro día, Nintendo no lo ha invitado a la fiesta de Switch), Xenoblade 2 fue el hermano mediano no siempre comprendido, pero igual de brillante a su modo. Su combate tarda más en revelar todas sus posibilidades, pero permite jugar más con los combos a largo plazo. Sus ciudades y culturas son más ricas y diferenciadas que en otras entregas gracias a la naturaleza de un mundo creado sobre —o dentro de— varios titanes. Y su argumento, construido sobre siglos de historia, dosifica las sorpresas hasta la secuencia final.
Y de música ni hablamos porque es difícil hacerle justicia. Ningún Xenoblade se queda corto ahí, pero la BSO de Xenoblade 2 se cuenta entre las mejores jamás producidas para un juego de Nintendo, o cualquier otra compañía. Más allá de algunos desajustes tonales y el intrincado sistema de Blades que a veces entorpece el progreso, esta secuela aún se yergue entre los gigantes del género y funciona tanto como antesala de Xenoblade 3, como precuela para jugar después, o como historia independiente sin necesidad de nada más. Aunque la expansión Torna le hace ganar puntos extra.
Octopath Traveler
Los fans de los JRPG no tuvieron que esperar mucho después de Xenoblade 2, porque en verano de 2018, Square Enix nos dejó otra maravilla con más que simples influencias retro. Octopath Traveler inauguró la estética bautizada como 2D-HD que desde entonces también les ha servido para crear el S-RPG Triangle Strategy, el reciente remake de Live a Live y pronto dará nueva vida a Dragon Quest III. Pero hay más que una fachada bonita aquí. O que una banda sonora fenomenal como, para ser justos, es habitual en el género, pero no impide que merezca elogios por ello.
Lo que hace Octopath un caso especial es justo lo que le da título, la posibilidad de acompañar a ocho personajes en ocho aventuras independientes. Un guerrero en busca de nuevo propósito tras la caída del reino para el que luchaba, una bailarina en una misión de venganza, una mercader en peregrinaje de aldea en aldea para hacerse con los mejores productos o incluso un boticario descubriendo ramificaciones del juramento hipocrático eran solo algunos de estos héroes, con frecuencia involucrados en asuntos mundanos y no el tradicional viaje épico para salvar al mundo.
Por supuesto, con el tiempo cierto hilo narrativo sí los termina conectando, pero no es hasta que hemos visto los créditos de cada una de estas pequeñas historias. Esto le da Octopath un aura de intimidad atípica, que puede gustar más o menos que la propuesta de otros JRPG, pero le distingue y permite recrearse en otra clase de tonos y ritmos. También ocasiona algunas incongruencias, puesto que aunque los personajes sí se pueden conocer y combatir juntos al reclutarlos, no interfieren en las historias de sus compañeros fuera de la faceta estrictamente jugable.
Es un sacrificio narrativo que a cambio permite total libertad a la hora tanto de embarcarnos en las historias en cualquier orden como a la de configurar nuestro equipo aprovechando las habilidades propias de cada personaje. El combate se construye sobre un sistema de debilidades y defensas que incita a acumular y canjear múltiples ataques a la vez para atontar enemigos y maximizar el daño posterior, haciendo que aún hoy sea uno de los más versátiles, tácticos y entretenidos dentro de una rama no siempre igual de apreciada como es la de los turnos puros.
Dragon Quest XI S: Ecos de un pasado perdido
Aunque no se puede hablar de JRPG de turnos puros sin sacar a colación el nombre de Dragon Quest. Si bien fue estrenada en PS4 antes que nuestros dos primeros protagonistas de hoy, la undécima entrega numerada de esta legendaria franquicia no llegó a Switch hasta 2019, aunque lo hizo en una versión mejorada en todo menos el apartado gráfico. Naturalmente, un port de este tipo requirió reducir la resolución y otros detalles para correr en la híbrida de Nintendo, pero a cambio llegó con más contenido y otras ventajas como un modo extra con dificultad más exigente.
Teniendo en cuenta que el combate de partida era tan clásico y eficiente como facilón —al menos para veteranos del género—, esta subida opcional le sentó de maravilla. Lo mismo se puede decir de la banda sonora orquestada, omisión que dañara al lanzamiento original pero eleva Dragon Quest XI S a pesar de la relativa repetición de melodías en comparación con otros JRPG. Eso sin olvidar el modo 2D, para poder jugar al más puro estilo Super Nintendo, el aumento de velocidad en las peleas o los interludios que siguen los pasos de varios personajes tras cierto punto de inflexión.
Pero esto solo habla de Dragon Quest XI S como edición definitiva. ¿Qué pasa con Dragon Quest XI como juego en general? ¿Qué tal se adapta la decana del género a los nuevos tiempos? Bueno, he ahí el truco: mejorando básicamente todo lo que puede mejorar gracias a los avances tecnológicos (entornos detallados y variados, secuencias bien dirigidas y dobladas, posibilidad de montar a caballo para correr por las praderas, etc.) mientras preserva un espíritu noventero sin complejos. Dragon Quest es el JRPG quintaesencial, y XI respeta con rigor esa máxima para convertirse en la clase de anacronismo benigno que hay que jugar para apreciar.
Las pequeñas y memorables aventuras conclusivas de cada aldea que terminan escalando hacia algo mayor. El reparto de personajes pintorescos que en seguida hacen piña. La fidelidad total a la estética y la levedad de los juegos con diseños de Akira Toriyama. Las revelaciones que introducen nuevas intrigas y arcos desde que parecía todo el pescado vendido. Y los benditos turnos. Dragon Quest XI toca las teclas que debe tocar, razón por la que es nuestro Dragon Quest favorito y, por extensión, también uno de los mejores JRPG disponibles en Switch o cualquier otra plataforma.
Shin Megami Tensei V
Y de 2019 saltamos a 2021, año de estreno de un juego anunciado en 2017, con la puesta de largo de la propia consola. Shin Megami Tensei V se hizo esperar, mucho, hasta el punto de que algunos temieron problemas en el seno de Atlus con el desarrollo. Pero al final llegó, e hizo honor a la saga de la que hace tiempo derivó Persona. Una asociación que, no obstante, le pudo acabar trayendo algunos dolores de cabeza ahora que su spin-off es más popular y los fans recorren el camino contrario.
A su llegada, no pocos se sorprendieron al comprobar que SMT V estaba mucho menos centrado en el aspecto social, en la rutina colegial, las quedadas de compañeros y el resto de parafernalia con tintes de novela visual que hace de Persona eso, Persona. SMT comparte algunos de esos elementos, pero de forma bastante más superficial, puesto que se mueve realmente como pez en el agua cuando abandonamos el confort de la Tokio corriente para explorar una versión postapocalíptica plagada de demonios. Ahora, eso sí, en entornos más abiertos que dejan un poco de lado la naturaleza más claustrofóbica, en clave de dungeon crawler de entregas pasadas.
Volviendo a los demonios, una tradición que se mantiene sin grandes alteraciones es que no solo sirven como enemigos, sino también como posibles aliados, puesto que podemos negociar con ellos y reclutarlos si elegimos las opciones de diálogo adecuadas y/o cumplimos otros requisitos específicos. El juego, en cierto modo, se convierte en una especie de Pokémon hipervitaminado (aunque esta saga sea anterior y casi duela hacer la comparación; pero la popularidad, de nuevo, funciona así), con más posibilidades tácticas y fusión de demonios para crear otros nuevos.
Sacar partido al reclutamiento, la fusión, la personalización del personaje o incluso la exploración para encontrar otras mejoras resulta clave porque el combate aquí no es una broma, sobre todo cuando se trata de jefes. Shin Megami Tensei V es el JRPG más exigente de la lista, aunque no necesariamente el más frustrante, pues depende de la preparación y la estrategia desplegada. Si acaso, tiene el potencial para ser el más satisfactorio, ya que ofrece muchas opciones y luego se asegura de que el jugador las aprovecha. Como en el caso de DQ XI, aunque por otras razones, es una especie de anacronismo benigno que hará las delicias de aquellos que saben dónde se meten.
Xenoblade Chronicles 3
Empezamos la lista con Xenoblade y la terminamos con Xenoblade. Después de todo, es el último gran añadido al género en la consola. Y aunque no habría estado mal tener cinco sagas por el bien de la variedad, en la práctica Xenoblade 2 y 3 tienen suficientes diferencias para funcionar como experiencias complementarias y no simplemente como dos capítulos consecutivos de una serie. De hecho, el tono de sus diálogos y la puesta en escena general puede recordar más al original de Wii, y el mimo puesto en las secundarias emula más de cerca al semiolvidado Xenoblade X de Wii U.
Por supuesto, cualquiera de ellos sigue siendo un JRPG con tintes de MMO, solo que offline: escenarios muy vastos para explorar, decenas de misiones, combate en tiempo real con ataques automáticos y artes manuales, y abundante personalización vía menús para definir los roles de cada personaje, cambiar entre cada vez más clases e incluso mejorar los Uróboros, fusiones de dos personajes para formar mechas de uso temporal con su propia colección de artes y ventajas pasivas. Puede apabullar de inicio, pero con más de 50 horas de aventura, sobra el tiempo para aprender.
Con algunas de las asperezas principales de Xenoblade 2 dirimidas (personajes aleatorios, habilidades de campo), el juego permite centrarse más en el viaje de los protagonistas para intentar detener una guerra sin sentido y sin final. Como siempre en la saga, no faltan el humor, las situaciones más frívolas y los nopon, pero hay una carga dramática considerable. Es una entrega que trata menos cómo es el mundo y más cómo ese mundo afecta los personajes. A veces hasta extremos trágicos, aunque como buen juego de Nintendo lo haga con tacto y acabe buscando el lado positivo.
Pero más allá de las adversidades a las que hacen frente Noah y Mio, la química entre sus compañeros y la lagrimilla ocasional que nos intenta arrancar, la forma en la que Xenoblade 3 exprime cada gota del hardware (esta vez con buen rendimiento portátil), mejora la accesibilidad a todo su contenido (docenas y docenas de horas de secundarias ayudando a multitud de colonias con mejores indicaciones que nunca) y nos deleita de nuevo con su banda sonora lo vuelven otro imprescindible para usuarios de Switch que busquen una de esas aventuras roleras que cuesta olvidar.
- Acción
- RPG
Xenoblade Chronicles 3 es un videojuego de acción RPG a cargo de Monolith Soft y Nintendo para Switch. Este título muestra el futuro compartido de Xenoblade Chronicles y Xenoblade Chronicles 2, y te transporta al mundo de Aionios, hogar de dos naciones enfrentadas. Seis soldados, procedentes de ambas naciones, protagonizarán este épico relato cuyo tema central es la vida.