Windjammers 2, análisis. Competir y volver a competir

Algunos hemos crecido con los salones recreativos como auténticos santuarios en los que nos podíamos codear con chavales mayores y ganarnos su respeto, aunque fuera por un dia. Los recuerdos nos marcan, y Windjammers es uno de esos que si has jugado, te ha quedado grabado a fuego. Pero es que además, era un juegazo. Su idea: partidas de uno contra uno lanzando un disco e intentando anotar puntos. Tan simple como esto. Y tan adictivo como esto. El título volvió hace un tiempo de la mano de Dotemu, que ahora lanza una secuela que busca seguir el camino del éxito de Streets of Rage 4, ambos con un estilo visual similar muy marca de la casa del equipo francés.

Si alguien pregunta qué tiene de especial Windjammers, es evidente que es su jugabilidad a prueba de bombas: la capacidad para hacerte entender que es tu habilidad, y nada más que eso, lo que define las victorias y las derrotas. Es un uno contra uno donde tenemos que llegar a 15 puntos antes que el rival, lanzando el disco y anotando puntos al fondo de su portería; quién gane dos sets, gana el enfrentamiento. A partir de ahí, el juego base te permitía lanzarte de un lado para otro, tirar con varios efectos y direcciones, picar el disco para elevarlo y cargar un tiro poderoso o lanzar un ataque especial, además de probar vaselinas y otros detalles menores. Windjammers 2 mantiene todo esto y le añade mecánicas nuevas, acertadas en la gran mayoría y que aportan una profundidad, un ritmo y una variedad a los partidos más que destacado.

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Una de las nuevas acciones está en la capacidad de saltar, algo que nos permite machacar el disco para buscar sorprender al rival o, incluso, simplemente despistarlo para luego tocar tierra firme y lanzar de forma normal. Además de agarrar el disco y lanzarlo acto seguido, como siempre, podemos realizar el slap shot, que es golpearlo antes de atraparlo para hacer una respuesta inmediata y que deja sin reacción al rival; o golpearlo para dejarlo muerto cerca de la línea que separa los campos. A todo ello se añaden los tiros cargados, los tiros personalizados, la vaselina especial (se eleva pero luego el disco corre a toda velocidad por el suelo), tiros en círculos o la capacidad de hacer un reversal si atrapamos un tiro especial del rival.

Todo esto se traduce en una cantidad de acciones superior a lo que teníamos en la experiencia original. Las partidas contra la CPU y contra otros usuarios tienen muchas alternativas y con muy variadas. Responder con una bofetada al disco que nos viene y ver que el rival no ha tenido tiempo de reaccionar, no tiene precio. O saltar para lanzar un smash desde el aire, pero no hacerlo, tocar el suelo y cruzarlo ante la sorpresa del rival. Por no hablar de los especiales: se generan con facilidad pero se pueden contrarrestar, así que no es extraño ver como se lanzan y contrarrestan entre ellos.

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El ritmo es alto, el juego te obliga no solo a vigilar las vaselinas si estamos en zona alta del campo o tapar a un lado y otro de la pantalla, porque ahora con los drop shot nos pueden hacer una dejada a la que no llegamos, y con los smashes cuando saltamos buscamos que el disco quede en el suelo, no que entre a portería. El título, como pasaba en el original, tiene otras mecánicas avanzadas, como un timing para lanzar el disco con mucha más fuerza si se hace justo en el momento de recibirlo, pero por desgracia no se explica ni se puede practicar como nos gustaría.

El elenco de jugadores disponible salta de los 6 del juego original a los 10 actuales. Siguen mitos totales como Miller, Mita, Costa o Biaggi, además de Wessel y Scott. A estos añadimos las novedades de Raposa, Delys, Max y Ho. El sistema de equilibrio se mantiene, con la velocidad y el poder como las dos estadísticas principales. Algunos como Mita son muy rápidas para llegar a todos los lados pero sus tiros son más flojos, mientras que otros como Wessel o Max tienen tiros muy potentes pero su movilidad es mucho más limitada.

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Además de la movilidad, la gran diferencia entre los jugadores son sus tiros especiales. Aprender su trayectoria es clave para responder a ellos. Raposa lanza el disco en una dirección y, a medio camino, hace una curva hacia el otro costado del escenario. Ho lanza en línea recta el disco, aparece en un costado y luego aparece al otro extremo. Delys lanza un disco con fuego que traza dos diagonales, y Costa hace un tiro donde el disco va dando vueltas. Todos son detenibles (aunque si estás cerca de las porterías, te empujará dentro), pero saber sus patrones es imprescindible para responder a ellos y sacar tajada.

La sensación es que el juego está bien equilibrado, ya que aunque hay tiros bastante más efectivos que otros, no se notan invencibles y el juego da siempre oportunidad de respuesta: activar nuestro súper tiro cuando nos lanzan uno acostumbra a levantar el disco y anular dicho disparo que parecía gol seguro, por ejemplo. Los reversals, más exigentes, permiten responder a estos disparos con la misma moneda aunque no tengamos barra y en general, la defensa de estas acciones está bien armada.

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A esto se le añaden las particularidades de las pistas. 10 en total, con cambios de todo tipo. Algunas són básicas como la playa o Lawn, de césped. Con un fondo en el que en una parte se anotan tres puntos y en otras (el centro) cinco. Luego hay otras pistas como Arena y Tiled que son más estrechas, o el Ring que cambia los puntajes: los extremos son 5 puntos y la zona central, 3. Hay un par con obstáculos en el medio de la pista que cambian la trayectoria del disco y una muy particular, el casino. En esta, todo el fondo vale lo mismo pero a cada punto cambia, haciendo que haya acciones que valgan 1, 2, 3, 5 u 8 puntos, provocando que sea mucho más imprevisible. Por desgracia, algo como esta pista no se repite más y queda como anécdota.

Escasa ambición: muy parco en modos

No vamos a engañarnos. Windjammers era un juego de recreativa con lo que esto significa (o juegas contra la máquina o contra otro usuario), y eso se mantuvo en su versión Neo Geo salvo algún extra y también en la revisión de Dotemu para las actuales consolas. Pero la realidad es que tras Streets of Rage 4, el retorno de Windjammers 2 no parece cumplir con la misma ambición y ganas. Nos encontramos con un juego muy parco en modalidades, que se limitan a jugar un modo Arcade (tres dificultades, cinco partidos, dos fases de bonus), un versus con amigos o la CPU (aquí tenemos hasta 9 niveles de dificultad) y modo online para jugar partidas igualadas, rápidas o con amigos. Ya está.

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Aquí tenemos que lamentar que no se haya querido dar un plus de propuestas. La base jugable de Windjammers es excelente y las nuevas mecánicas son acertadas, pero en 2021, como experiencia general el juego queda algo cojo. Ni modos extra, ni entrenamiento o desafíos para profundizar en mecánicas poco explicadas, ni un posible 2c2 que hemos visto en títulos inspirados en Windjammers -pero inferiores a nivel mecánico- ni algo que exprima el modo arcade, también insípido en su desarrollo sin variables entre el modo fácil y el difícil. No se trata de lamentar lo que nosotros habríamos metido, porque no es nuestro trabajo, pero sí ver que en opciones y modalidades, no se ha seguido el trabajo que hemos visto en otros revivals de la propia compañía. Si compras Windjammers 2, ten claro que es para jugar online, partida tras partida. Y ya. Y con esa esencia nació en 1993, lo sabemos, pero no es lo mismo comparar una experiencia de recreativa con lo que toca hoy.

Y eso que es un producto a nivel estético bien cuidado, con un diseño de jugadores y escenarios muy a lo Streets of Rage, con este estilo cómic que tan bien saben realizar en Dotemu, y una banda sonora que acompaña. Aunque por encima de todo esto, es ver como se mueve y fluye: el juego en movimiento es dinámico y perfecto en animaciones, efectos y transiciones. Consigue lo que quiere.