GOLF | LA INTRAHISTORIA

Ignoró a Jordan, ansiaba emular a Fuller... y vomita cada noche

Harold Varner III debutaba en Augusta gracias a un eagle en Arabia y quería ser el primer novato que ganaba desde 1979... pero una tercera ronda nefasta le dejó fuera.

Andrew RedingtonAFP

Harold Varner III es un golfista diferente. De familia muy modesta ha llegado al deporte gracias a un profesor universitario que le vio maneras y sigue cambiándose y dejando sus cosas en el cuarto del caddie, lejos por ejemplo del fabuloso vestidos del famoso 'Club House' del Augusta National. A sus 31 años y rondando el Top 100 soñaba con jugar el Masters y un alucinante eagle en el hoyo 18 que le dio la victoria en el PIF Saudi International y le colocaba una semana en el Top 50... justo la que determinaba las invitaciones para este torneo. A sus 31 años, el jugador que nació en Ohio y creció en Gastonia a 280 kilómetros al norte de Augusta pretendía emular a Fuzzy Zoeller, el último novato en ganar en la mítica cita del tapiz verde de Georgia. Lo hizo en 1979.

Amanda y Harold Jr, mujer e hijo de Harold Varner III. BRIAN SNYDERREUTERS

En la jornada inicial bordeó un albatros (tres por debajo del par en un hoyo). Golpeó con precisión milimétrica desde 207 metros con el hierro 4 en el 13 y la bola se asomó al agujero mostrando su gran virtud en el golf: una profunda determinación y espíritu competitivo. Confianza que tiene un truco para liberar la tensión: vomitar cada noche antes de afrontar un recorrido de ronda de torneo.

Curioso hábito que le funciona y que hace que su actitud ganadora despertara el interés de Michael Jordan... al que tardó varias horas en contestar un mensaje de WhatsApp ofreciéndole incorporarse a su firma de ropa al no tener el número guardado y no creerse que fuera realmente el mito del baloncesto. Humildad que lleva grabada a fuego: “Espero representar a los niños que simplemente no tienen acceso. Si un niño negro o blanco quiere ser como yo, me gustaría ser inspirador para ellos". La tercera jornada en Augusta fue desastrosa para él y el sueño del jugador que no lleva libro de campo y deja esa responsabilidad a su caddie se convirtió casi en pesadilla.

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