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RUGBY | COPA DEL REY

VRAC-El Salvador: derbi y fiesta en la final de Valencia

Los colosos vallisoletanos trasladan su rivalidad a la Copa, que pasa de Zorrilla al Ciudad de Valencia (12:30, +TDP). Se esperan cerca de 20.000 personas en las gradas.

VRAC-El Salvador: derbi y fiesta en la final de Valencia
David GonzálezDIARIO AS

Otra vez VRAC y El Salvador. Otra vez un estadio de fútbol. Esta vez será el Ciudad de Valencia, feudo del Levante, el escenario de un nuevo capítulo en el derbi vallisoletano y en la evolución del rugby en España. Se espera que cerca de 20.000 personas pueblen las gradas en una final de Copa del Rey que aspira a dar el relevo a otras ya históricas: las vividas en el José Zorrilla de Valladolid en 2016 y 2017.

De esa cifra, entre 800 y 1.000 serán movilizadas por los clubes. El resto llegarán de otros puntos de España pero, sobre todo, de Valencia, que aspira a convertir esta final en una especie de mascletá para su rugby, el tercero en licencias del país pero sin ningún representante de la capital en División de Honor. Para conseguirlo, han contado con el apoyo de las instituciones municipales y regionales y de la Fundación Trinidad Alfonso, potente mecenas del deporte valenciano.

Quesos y Chami, Chami y Quesos. Sin ellos no se entiende este deporte en España en los tiempos que corren. Será la cuarta final copera entre ambos. Todas las anteriores las ganó El Salvador, que tiene siete copas por cuatro de su vecino. La actualidad es otra. Y dice que el VRAC llega mejor. Al menos en lo anímico, debería. Ha ganado ambos derbis en Liga este año (y la final del campeonato del año pasado) y además fue el mejor en la fase regular. La Copa Ibérica conquistada en diciembre completa el currículum reciente de los queseros.

El Salvador, por su parte, guardaba un as en la manga. La vuelta del apertura inglés Sam Katz a sus filas con un ‘Medical Joker’ (‘Comodín Médico’) por la lesión de Raphael Blanco. Katz, un jugador determinante que ya fue crucial en la final de 2016, ha pasado en pocos días de defender al Massy de ProD2 en Francia a volver a la disciplina chamiza, de la que ya formó parte esta década.

Ahora apunta a titular en una final cuya sede no cayó bien en principio en ninguno de los contendientes. Todo se ha suavizado con el paso de los días. “El campo impresiona”, confesaba Diego Merino, entrenador del VRAC, ayer. “Daremos espectáculo”, le siguió Juan Carlos Pérez, su homólogo en el Chami. En el mismo sentido se han venido pronunciando los presidentes de ambos clubes. Al final nadie pierde por jugar en Valencia. Y el rugby gana. Mucho.

Malestar por el paso atrás de TVE

Cuando todo el rugby nacional, aquel que no pueda estar presente hoy en el estadio, se preparaba para vivir el gran duelo por la pequeña pantalla, llegó el mazazo. Televisión Española anunciaba este jueves que no emitiría el partido en directo, tal y como estaba previsto. Se podrá ver en streaming por su web (TDP+), y en diferido más tarde (a las 16:00). Sí lo emitirá en directo La 7 de Castilla y León TV. El presidente del VRAC, Chema Valentín-Gamazo, contaba en el Encuentro con los Ases que “de saberlo antes, habríamos tenido margen para buscar otras alternativas”.

Se estrenará el videoarbitraje

Que la final de la Copa del Rey de rugby se juegue en un estadio de fútbol ya no es novedad. Sí lo será el empleo de un sistema de videoarbitraje. El Ciudad de Valencia será pionero para un choque entre clubes españoles. El único precedente de TMO (siglas inglesas para Television Match Official) en España tuvo lugar en 2016 en un partido de clasificación para el Mundial entre la Selección femenina y Escocia. Ocho cámaras distribuidas por el campo ayudarán al juez de televisión en jugadas polémicas que el árbitro principal, el donostiarra Íñigo Atorrasagasti, no pueda resolver por sí mismo. La señal se mostrará en directo a través del videomarcador y será Atorra el que decida. Si la transmisión fallase, entonces la tarea recaerá sobre el hombre en cabina. La apuesta por el TMO, una figura consolidada desde hace tiempo en todas las competiciones importantes, ya sea de clubes o selecciones (menos en el 6 Naciones B), a nivel internacional, supone un paso más en la profesionalización del rugby español.