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Super Bowl LII

Desmontando mentiras con los Philadelphia Eagles

La franquicia ha llegado a la Super Bowl LII tras llevar la contraria a un par de teorías contradictorias establecidas como verdades en la NFL.

Actualizado a
Jan 21, 2018; Philadelphia, PA, USA; Philadelphia Eagles quarterback Nick Foles (R) and Eagles quarterback Carson Wentz (L) celebrate after defeating the Minnesota Vikings during the NFC Championship game at Lincoln Financial Field. Mandatory Credit: Geoff Burke-USA TODAY Sports
Geoff BurkeUSA TODAY Sports

La NFL tiene una capacidad inmensa para desmontar teorías. Como liga, se ha llevado por delante métodos de predicción año tras año, casi que partido tras partido, hasta convertir el mantra "un domingo cualquiera", ese que se usa para decir que todo el mundo puede ganar a todo el mundo en un momento dado, en un eslogan eficaz para describir la realidad del campeonato.

Al principio de cada temporada se hacen apuestas y análisis de lo que va a ocurrir y, con enorme asiduidad, estos se van por el sumidero más pronto que tarde. Este mismo año, con la notable excepción de los New England Patriots, no había demasiados analistas que pensasen que los Philadelphia Eagles, los Minnesota VIkings y los Jacksonville Jaguars iban a estar en las Finales de Conferencia.

Vale lo mismo para los grandes y categóricos axiomas que todos decimos año tras año: los ataques ganan partidos, las defensas campeonatos, no se puede competir sin un quarterback estelar, los running backs son figuras intercambiables sin excesivo valor, son más importantes los pass rushers que los linebackers, el factor cancha es decisivo en los playoffs... no importa cual sea, porque todos ellos han sido montados y desmontados con mil ejemplos para cada ocasión.

Lo cierto es que la NFL, el juego del fútbol americano en sí, es demasiado complejo como para encapsularlo en sentencias firmes e inamovibles. Y quien tire de ellas ha de saber que lo que le espera a la vuelta de la esquina es una bofetada de realidad que le va a poner en su sitio.

Me voy a centrar en dos mentiras que los Philadelphia Eagles han desmontado esta temporada. Dos mentiras contradictorias entre sí y que, sin embargo, tienen bastante respeto acumulado.

Una es la más evidente, la de que no se puede ganar con un quartarback suplente. Carson Wentz cayó lesionado y están en la Super Bowl LII con Nick Foles. El mismo Nick Foles que jugó en los Rams y en los Chiefs los últimos dos años sin el más mínimo atisbo de éxito. Todo lo contrario, si nos fijamos en el primero de los equipos.

No se trata de argumentar a contrario, esto es, que se puede ganar con cualquiera. No. En modo alguno. El puesto de quarterback es el más importante y, por lo tanto, cuanto mejor sea el jugador que lo ocupa, mayores opciones de victoria tendrás. Lo firmaba Perogrullo y se quedaba tan ancho. Pero no deja de ser otra verdad que eso sucede en los demás puestos del campo, aunque sean menos importantes y, por lo tanto, lo realmente decisivo es tener grandes jugadores en todas las esquinas de la plantilla, incluidos reservas.

La segunda mentira que desmontan los Philadelphia Eagles es que no se debe hipotecar el futuro en un sólo jugador cuando se tiene una plantilla por reconstruir. En el draft del año 2016 el equipo dio tres elecciones entre las 100 primeras de aquel año, otra primera ronda de 2017 y una segunda de 2018. ¡Y alcanza la Super Bowl dos años después con el jugador por el que pagan ese potosí viéndolo desde la banda y en muletas!

De nuevo, la complejidad. Aquel traspaso, que nadie en su sano juicio pondría hoy en duda porque Carson Wentz ha rendido a nivel MVP y pinta a estrella absoluta de esta liga en años venideros, abrió otra vía por la que el general manager, Howie Roseman, se coló para construir plantilla.

Gracias al buen hacer de Wentz, Roseman traspasó a Sam Bradford a los Minnesota Vikings por una primera ronda de 2017 y una cuarta ronda de 2018. Con la primera ronda eligieron a Derek Barnett que no sólo ha tenido un gran año rookie sino que, además, tuvo una presión a Case Keenum clave en el partido definitivo de la NFC; la cuarta ronda la mandaron a Miami a cambio de Jay Ajayi; y los 18 millones que cobraba Bradford en el espacio salarial fueron usados para fichar a Alshon Jeffery.

Es decir, que en un claro ejemplo de efecto mariposa, y de trabajo excepcional de general manager, los Philadelphia Eagles consiguieron a Carson Wentz, Derek Barnett, Jay Ajayi y Alshon Jeffery en una operación que, en principio, les dejaba sin opciones de reconstrucción para los próximos dos años.

Bang.

Todo medias verdades, todo medias mentiras. No se puede ganar sin buenos jugadores, no se puede ganar sin usar bien el draft. La forma de llegar a todo ello siempre es más compleja, variada y sutil que lo que las grandes teorías nos cuentan. Los matices son cruciales, y el año que viene se podrán defender teorías completamente diferentes, porque cada año hay historias de éxito que provienen de sitios, de acciones, completamente diferentes. Así es la NFL.