Plata en solo técnico para la mejor Ona de siempre
La española brilló y finalizó segunda con una puntiación de 93.6534, más cerca del oro de la rusa que del bronce de la ucrania. Con 19 medallas, Carbonell se queda a solamente una medalla de Mengual.
En cada coreografía de sincro y de Ona Carbonell transcurre una historia, el contexto para entender qué sucede en los menos de tres minutos que dura la actuación. No solo importan los elementos técnicos, sino la continuidad en las figuras, la amplitud de los movimientos y la presencia de la nadadora en cada gesto. Un hilo conductor que Carbonell domina con madurez, a sus 27 años, y que le ha llevado a colgarse la plata en la final del solo técnico del Mundial de Budapest con una coreografía diferente, emotiva, interpretada sin fisuras. Ona fue escurridiza como una serpiente, se deslizó por la piscina situada en el Parque de la Ciudad de Budapest al compás de las notas de la película 'La última tentación', bajo los acordes de Peter Gabriel, mejorando la actuación de las eliminatorias (93.6534), luciendo una sonrisa de medalla.
Consolidada como una de las divas de la sincro, solamente la rusa Kolesnichenko la superó por un margen nimio, comparando las distancias que existían en Mundiales anteriores cuando sus rivales eran nadadoras más consolidadas como Ischenko o Romashina (95.200). La lluvia que cayó en la ciudad a primera hora del día deslució el paisaje pero no la final, muy peleada sobre todo por el bronce, que al final se lo llevó la ucrania Voloshyna (91.9992) por un pequeño margen ante la japonesa Inui (91,740). La elegancia ucrania le dio la vuelta a la precisión técnica nipona.
Ona, forjada en una de las mejores solistas
Desde que debutara como solista del equipo español en los Mundiales de Barcelona de 2013, Ona Carbonell ha ido puliendo sus defectos, reforzando sus virtudes y creando una manera de actuar particular, elegante y sentimental. Sus estudios de diseño y su pasión por el arte la han convertido en una vanguardista del agua, gracias a que se ha centrado en esculpir su figura, cuidar la alimentación y priorizar siempre el aspecto artístico sin descuidar el técnico. Ona se ha centrado en esta prueba, como lo hiciera Virgine Dedieu, una de sus entrenadoras, en Francia entre los 90 y primeros de siglo, la última mujer en ganar al imperio ruso. En este último año, junto al biomecánico Andreu Roig, ha perfeccionado cada figura y ha adquirido fuerza física y mental, lo que la ha convertido en la mejor Ona de siempre.
La apuesta de Ona le ha hecho también abandonar la historia de las solistas desde la época de Anna Tarrés, desplazándose de las rutinas de equipo y centrándose en el solo y en el dúo, como hacen también otros países. Lejos queda aquella nadadora de 2013 que logró por primera vez en la historia ganar las siete medallas que hay en juego en los Mundiales. Una proeza muy dura. Ahora disfruta con otro medalla en el solo, su decimonovena en un Mundial, a solo una de una de sus maestras, Gemma Mengual.