Dallas Cowboys 12 - Seattle Seahawks 13

Lo mejor del partido fue que Lockette moviera las manos

En un duelo insípido, los Seahawks se impusieron a unos Cowboys inoperantes, que echan demasiado de menos a su quarterback titular Tony Romo, lesionado.

TOM PENNINGTONAFP

En el football americano, en la vida, ningún resultado emociona tanto, ningún momento es tan impresionante, como el simple movimiento de unas manos de un tipo que llevaba casi 10 minutos inerte. En la última jugada antes del descanso, en un retorno con una trascendencia nula, Ricardo Lockette chocaba de frente con Jeff Heath y caía al suelo como un saco, en postura fetal, mientras a todos los aficionados al football americano nos recorría un escalofrío por la espalda mientras nos temíamos lo peor. Al cierre de esta crónica no hay ningún parte oficial del estado de Lockette, pero verle mover los brazos, un momento que estuvimos esperando durante unos minutos angustiosos, nos hizo suspirar de alivio para volver a disfrutar del deporte sin preocuparnos de la vida.

Aunque disfrutar, lo que se dice disfrutar, quizá sea demasiado decir.

Hasta ese escalofriante golpe, Seahawks y Cowboys abrieron en partido con dos series interminables, más centradas en la carrera que en el pase, que terminaron con sendos field goals. Luego se sucedieron los tres y fuera, con las defensas dominando a dos ataques que siguen siendo anémicos, y por fin llegó una conexión de Wilson con Willson para que los Seahawks sumaran el primer y único touchdown de la noche y se adelantaran (3-10).

A esas alturas, Cassel parecía haber aprendido la lección de la derrota de la semana pasada. No se metía en líos, intentaba hacer siempre lo más sencillo con una disciplina germánica, e incluso corría en la primera mitad para 35 yardas en tres intentos que a la postre fueron decisivos para que su equipo anotara un segundo field goal antes del descanso (6-10).

Tras la reanudación, ya recuperados del susto de la lesión de Lockette, los Cowboys siguieron insistiendo por tierra y centrando el protagonismo en un Darren McFadden que poco a poco vuelve a convertirse en el jugador desequilibrante de sus inicios. Field goal en el primer drive, 9-10 en el marcador, y podía pasar cualquier cosa porque ni unos ni otros eran capaces de marcar diferencias. En un lado Lynch, aunque más incisivo que en las semanas previas, sigue incapaz de conseguir esas grandes jugadas a las que nos tenía acostumbrados; en el otro, Dez Bryant, de vuelta tras su lesión, tuvo a Richard Sherman como sombra desde el primer hasta el último minuto. Y a Cassel no se le pueden pedir muchas extravagancias, que su pase más largo del partido fue de 15 yardas y gracias.

Así estaban las cosas, ni pa’lante ni pa’trás, cuando Russelll Wilson fue interceptado por Greg Hardy y los Cowboys tuvieron la posesión del balón en la yarda 16 rival. Tres intentos de no se sabe muy bien qué y field goal de Bailey para adelantar a los Cowboys 12-10 mientras todos nos preguntábamos en qué narices mejora Cassel a Weeden, y en qué han mejorado los de Dallas yendo de Guatemala a Guatepeor.

Pero los Seahawks no estaban mucho más inspirados. Después de atravesarse el campo con cierta solvencia vieron como el casi siempre infalible Hauschka fallaba un field goal de47 yardasbloqueado por Irving. En otras circunstancias podría haber sido un momento decisivo de esos que marcan el signo de un partido, pero si nos hubieran hecho apostar, todos los espectadores nos habríamos jugado los ahorros de una vida a que la siguiente serie de los Cowboys era un tres y fuera insípido. Efectivamente, despejaron de inmediato y los de Seattle se encontraron con casi siete minutos para llegar a distancia de field goal y ganar el partido.

Como no podía ser de otra manera, Hauschka dio la vuelta al marcador 12-13 cuando quedaba poco más de un minuto. Y como no podía ser de otro modo, Cassel empezó el último drive del partido en su propia yarda 20 y lo terminó cuatro yardas más adelante. Sin emoción. Sin gracia.

Para este viaje los Cowboys no necesitaban alforjas. Con Cassel a los mandos han perdido los mismos partidos que con Weeden: todos. Y por los menos con su predecesor cabía la posibilidad de que un arrebato insensato saliera del modo correcto en vez de por peteneras. Y que los aficionados de los Seahawks no se sientan mucho más contentos. Su equipo los últimos años emocionaba y tenía magnetismo. Es increíble a la velocidad que se están volviendo insulsos. Quedan dos meses por delante hasta la postemporada, y esto tiene que dar muchas vueltas, pero durante la semana de ‘bye’ necesitan darle muchas vueltas a quienes son, de dónde vienen y, sobre todo, a dónde narices van.

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