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La poca profesionalidad de los jugadores de Miami

Los jugadores de los Miami Dolphins han demostrado tener muy poca profesionalidad las últimas semanas. Eso no ha impedido triunfar a gente de talento en este mundo del deporte con anterioridad, pero me apetecía decirlo.

Ayer observé atónito como un grupo desahuciado, que había dado lástima en la mayor parte de la temporada, se zampaba a sus rivales con la energía de aquellos que quieren comerse la vida en cada jugada. Tenía muchas ganas de ver el partido que les enfrentó a los Tennessee Titans porque tengo especial predilección por la psicología deportiva y digo que ya no es que se cumplieran mis sospechas con este grupo, sino que se vieron ampliamente superadas.

Es obvio que estos jugadores le hicieron la cama a su anterior entrenador, Joe Philbin. No es algo inusual en el deporte, pero no deja de ser desagradable. Con su actitud hicieron que el jefe fuera despedido y pusieran a otro en su lugar. Desconozco los motivos, y tampoco me importan.

La estadística que mejor muestra lo sucedido es la de sacks. La línea defensiva de los Dolphins se consideraba, al principio de la temporada, como una de las más fieras de la NFL y el principal motivo para considerar al equipo un muy serio rival de los Patriots en la división y un candidato legítimo a ganarla y meterse en playoff. Sin embargo, eran unas almas en pena por el campo. En las cuatro primeras semanas consiguieron la bonita cifra de un sólo sack. Uno en cuatro partidos. Tipos como Cameron Wake, Oliver Vernon (en el artículo original se me fue la cabeza y puse Justin Vernon. No, que se sepa ese no va haciendo sacks y su actitud siempre es igual de mohína) y, sobre todo, Ndamukong Suh declinaban cualquier responsabilidad en el partido y se limitaban a empujar tímidamente a sus pares de la línea ofensiva rival.

Se llegó al punto, en el catastrófico partido de Londres contra los New York Jets, de ver a Chris Ivory pasar entre todos ellos mientras los sinvergüenzas iban al trote cochinero tras él, cuando acababa de pasarles al lado. La imagen es imborrable.

Pues bien, ayer consiguieron seis sacks, seis, de la ganadería de Dan Campbell. Seis. Y pudieron ser más porque la presión fue constante. De hecho, fue hasta sucia pues uno de los golpes tirados por Vernon fue a las rodillas de Marcus Mariota y le dejó tocado; el muchacho quiso seguir jugando medio cojo, y se encontró con que todos los Dolphins, a una, le dejaron recuerdos de visita en las jugadas posteriores, aunque fueran un poquitín más tarde de que la jugada hubiese acabado. Como dijo Ken Wishenhunt, entrenador de los Titans, "bullshit football". Y sí, tiene razón, pero viene a confirmar el asunto que estoy tratando: que esta gente andaba haciendo el ridículo por los campos de la liga.

Porque entiendo que los Titans no son un rival para sacar conclusiones, ya lo se. Pero tampoco lo eran los Jaguars y no consiguieron presionar a Bortles, por poner un ejemplo. Y, de la misma forma, el ataque terrestre nada tuvo que ver con lo mostrado hasta esta jornada, con 180 yardas, muchas de ellas en un inicio de partido comprometido con la dureza y las trincheras, cuando la mejor marca del año habían sido 102 yardas y en dos partidos, contra Jaguars y Jets, se quedaron en 42 y 59 respectivamente. Y aunque esto tiene mucho que ver con el plan de juego, por supuesto, también lo tiene que ver con el empuje y el empeño en dominar las trincheras.

Estoy por hacerme fan de Dan Campbell, el nuevo entrenador del equipo. Estoy por hacerme fan porque este es el football que más me gusta. Pero no saco mi carné del club de seguidores porque es muy pronto, claro, que un partido no significa nada, y porque no me fío de estos jugadores. El que la hace una vez puede repetirla sin poner cara de asco.

No quiero exculpar a Joe Philbin en esta situación. En absoluto. Fue un desastre como entrenador y, como se ve, perdió el vestuario, sobre el que ya no es que no tuviera ascendencia o capacidad de liderazgo, sino que lo tomaban por el pito del sereno. Y es algo de lo que hay que culparle, porque está en sus obligaciones como entrenador el mantenimiento del orden y la jerarquía.

Pero eso es una cosa y otra que los jugadores mostrasen esa absoluta falta de profesionalidad, algo que, como el valor en el ejercito, se presupone. Que mala sensación para el futuro, que poco "xeito", que dicen en mi tierra, que cuidado tendría si fuese Dan Campbell. Porque es inadmisible que la actitud mostrada sea tan diferente como para que una banda de inútiles parezca un equipo con ansias de destrucción del minuto uno al sesenta... contra los Titans.