El equipo que quieren ver en Suráfrica

La celebridad del Madrid es inmensa y el club lo sabe, lo agradece y lo necesita. Lo necesita para obtener unos ingresos con los que mantenerse ahí y seguir fichando grandiosos jugadores y ganando títulos con los que realimentar ese círculo virtuoso. El Madrid quizá no sea la marca más conocida del mundo, pero sí tiene una resonancia universal que se ve favorecida por los valores a los que se asocia: los propios del deporte y los que el club ha sabido crear en la época de Bernabéu, y que tan bien cultiva hoy Florentino. El Madrid es célebre, pero necesita también ser ejemplar.

Y eso está por resolver. El Madrid ha reunido unos jugadores magníficos, los mejores del mundo. Casi todos ellos han llegado huyendo de un entrenador atosigante, que les exigía algo que estaba en contraposición con su talento. Todos ellos han jugado en el Madrid mejor de lo que lo hacían en su club de procedencia. Juegan mejor porque juegan con libertad, se encajan entre ellos, se asocian en el campo, encuentran su espacio, respetan el espacio de los demás y entre todos crean en sus buenos días el mejor fútbol posible: el que nace del talento, no de la pizarra.

Pero hay un lado oscuro: el abandono físico, el descuido de hábitos que a todo deporte le hacen bien. Poco entrenamiento, mucho aerotaxi y descuido de una ética del trabajo que forma parte de la tradición más apreciada del club. Eso es lo que ha hecho que rechinara el equipo en los primeros partidos del año, y desde esa perspectiva se le va a mirar esta noche, ante el Betis, a través del ojo de Canal +. Remontar el abandono actual hasta los mínimos dignos en los que lo mantuvo Del Bosque es la gran prueba para Queiroz. Ahí se juega el Madrid su gran apuesta.

Lo más visto

Más noticias