Oviedo y Astur: el fracaso de una impostura

Oviedo está poco menos que en conflicto civil porque su alcalde se ha metido en una aventura imposible. Resulta que el Real Oviedo, club de vieja raigambre, ha ido a menos, por mala gestión primero, y pésima después, hasta dar con sus huesos en Tercera. Malparado y endeudadísimo. Pero todavía vivo, y sensible con su pasado, orgulloso de sus Lángara, Herrerita y Emilín, de sus Paquito y José María. Orgulloso de tantos partidos ganados, de tantas fotos colgadas en los chigres de aquí y de allá, de tantas conversaciones provocadas, de tantas victorias sobre el Sporting.

Pero resulta que al alcalde de Oviedo no se le ocurrió otra cosa mejor que rematar al Real Oviedo. Utilizó para eso como instrumento a un viejo club de la ciudad, el modesto Astur, un club de barriada con ochenta años de historia. Sobre esa base digna edificó una impostura. En lugar de Astur, que se llame Oviedo Astur Fútbol Club, o sea, Oviedo AFC. Y que suplante los colores del Real Oviedo y su escudo. Y que fiche a cuantos más jugadores del Real Oviedo pueda. Y que disponga de todo el impulso económico y político que el ayuntamiento le pueda dar y le niega al Real Oviedo.

La jaimitada del señor alcalde no ha servido para rematar al Real Oviedo, como pretendía. Ni la sociedad futbolística ovetense ni la española han aceptado esa impostura. La reacción general ha sido de solidaridad con un club de muy honroso pasado que si hubiera tenido que morir (ya no será el caso) habría tenido al menos el derecho a morir en paz. La pretensión de rematarlo en su cama y despojarle de todo lo que tenía no ha servido más que para envilecer al Astur, convertido en un Caín al servicio de un alcalde extraviado y para provocar un conflicto artificial en la ciudad.

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