Os habéis ganado todo nuestro respeto

Anoche se acostarían tristes, como nos acostamos tristes todos. Es inevitable sentirse decepcionado tras perder una final. Saben que este día no volverá más y que la copa se ha esfumado. Pero cuando lleguen a España entenderán que no han perdido. Verán en nuestras miradas, en nuestras palabras, en la admiración con que les recibirán sus familiares, sus compañeros de equipos, sus amigos, sus novias, que han hecho algo grande. Sabrán que han alcanzado una celebridad que quizá sea pasajera, pero que también se han ganado un eterno respeto. Como equipo y uno a uno.

Es casi imposible ganarle a Brasil jugando diez contra once noventa minutos. Al árbitro italiano se le fue la mano y nos fastidió bien. Y es una lástima, porque éste era un buen equipo, cimentado en el aire profesional de sus dos centrales, Melli y Carlos García, y de sus medios Vitolo y Gabi. Ellos forman un sólido cuadrado de seguridad que viene a ser la base sobre la que se desarrolla el fútbol ingenioso y ordenado de Iniesta. En Brasil impresionaron el sevillista Alves (una perla que ya arrolló al Madrid galáctico) y Carvalho, pero en conjunto no se ve más equipo que España.

Había algo de fútbol gasoil en esta selección brasileña, con la media poblada de dungas. Dunga fue aquel eficaz medio centro de pelo de marine cuyo fútbol soso y amarrete ha creado desgraciadamente contraescuela en el país de fútbol más imaginativo de la tierra. Contra este Brasil dunguista podría haber ganado España, con el equipo íntegro, con Melli de mariscal atrás y con Juanfran en su sitio, arriba, desbordando con la banda. Pero un desdichado colega de Al Gandour nos privó de verlo. Pero no nos va a privar del derecho de aplaudir a estos chicos como ganadores.

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