La noche de Zidane fue para Beckham

El Madrid ya se administra. Eso se nota a ojos vistas. Los laterales ya no tragan tantas millas, los reposos ronaldianos son más largos que de costumbre y hasta Raúl ha perdido parte de su hiperactividad. En general, el tono del equipo es como de gastar poco y ahorrar mucho. Ahora llegan las corridas duras: El Sadar, el Atlético, el Camp Nou, el Deportivo... La plantilla es corta, las rotaciones no cuelan y cada cual ha decidido rotar por su cuenta: hoy aprieto, mañana no; hoy corro un poquito, mañana un poquito menos y pasado mañana ya veremos. Y como calidad sobra...

Excepción notable a esto que digo es Beckham, un pedazo de inglés. Leyendo su biografía me enteré de que al poco de subirle al primer equipo le mandaron cedido al Preston North End, un histórico que en esos años se arrastraba por Tercera División. A Beckham eso le desoló. Pensaba que prescindían de él. Pero en realidad le enviaban para endurecerle. De hecho, en su debut en tercera le enfrentaron a uno de los tipos más célebres por su dureza en toda la isla. Bueno, pues Beckham pasó tan bien esa prueba y las tres siguientes que al mes estaba de vuelta en Manchester.

Y convertido en otro. El canterano exquisito curtió su piel en la áspera Tercera División inglesa y ya no se rinde nunca. Ante un Olympique que corrió y pegó (sobre todo en la primera parte) plantó cara, no desmayó y marcó un gol de pañuelos y de efemérides. ¿Aguantará toda la temporada así? Manejemos un dato: el año que el Manchester ganó la Champions en Barcelona con dos goles en el minuto 91, ganó también Liga y FA Cup. Y había hecho una gira por Asia en pretemporada, por cierto. Y Beckham estaba en medio de todo eso. Es inglés. Y está curtido en el viejo y entrañable Preston North End.

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