Una terrible lección para Morientes

Imposible evitar el comentario: tres minutos sirven para algo. Imposible evitar el comentario: Portillo le dio anoche una terrible lección a Morientes, incluso le humilló sin pretenderlo. Puso en evidencia la dimensión de su error. Y avaló la vigencia del gran slogan del florentinismo: Zidanes y Pavones. Puso de relieve que en la plantilla existe un grupo que ha elegido convertirse en lastre por su propio gusto. Una clase media que conoció mejores días y que no quiere entender que estos son otros días. El nivel se ha elevado mucho y ellos han quedado para lo que han quedado.

Tiene que ser duro, y así hay que entenderlo. Macca fue algún día titular y marcó un gran gol en una final de la Copa de Europa, pero ahora, hoy, es mucho menos no ya que Figo, sino también que Miñambres. Guti se sabe un gran jugador, y lo es, pero no es razonable que piense que puede sentar a Ronaldo, o a Raúl, o a Zidane. Le toca lo que le toca. Morientes fue un día el gran goleador de este equipo, pero ahora está embocadillado entre Ronaldo y Portillo, y lo peor que puede hacer es desperdiciar oportunidades, aunque sean breves, porque Portillo no piensa desaprovecharlas.

Y el fútbol le ha castigado de una forma cruel. El fútbol tiene estas cosas: le puede dar por demostrar que tres minutos son un mundo. En dos minutos le ganó el Manchester United al Bayern de Munich una final de Champions. ¿Cómo despreciar tres? Lo único que ha demostrado Morientes con su gesto es despecho, ñoñería y falta de ambición. Lo que ha demostrado anoche Portillo es ambición y deseo de agradar. Morientes pidió perdón y eso le honra. Es una buena persona. Pero ha perdido el derecho a ser el relevo de Ronaldo. Ese derecho se lo ha ganado para los restos Portillo.

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