Del gol fantasma al penalti fantasma

Los Galácticos tienen una asignatura pendiente: El Sadar. Y al decir El Sadar no digo sólo el estadio pamplonica, sino que lo tomo como modelo de un fútbol que no saben digerir. Hablo de campos en los que ganar no da gloria, aunque sí da puntos. Hablo de campos en los que les reciben de uñas. Hablo de campos en los que vuelan los balones y los tacos. Hablo de campos en los que el local pone todo su ahínco en bajarles del pedestal. Hablo de campos en los que el árbitro cede a la presión ambiental y no reprime con tarjetas la dureza de los locales. En esos campos el Madrid pierde la figura con demasiada facilidad. Empieza tratando de poner cara de que no se asusta, luego resulta sí se asusta y finalmente se enfada mal y se acaba llevando las tarjetas que les perdonaron a los locales.

Así fue ayer en El Sadar, donde Osasuna hizo un partido magnífico, dentro de sus posibilidades y aun por encima de ellas. Un equipo muy metido y una daga en la banda izquierda, Manfredini, autor de un golazo de acción y concreción fulminantes. Osasuna achuchó al principio, achuchó después y achuchó al final. Además del gol colocó dos remates en la madera y mereció un penalti, por zancadilla torpona de Pavón a Aloisi. Frente a todo eso, el gol fantasma de última hora, que sí es gol, no redime la evidencia de que el Madrid perdió porque debió perder. Cosa distinta es que con ese gol ahora tendría un empate en sus manos. Pero eso hubiera sido una chiripa descomunal. El Madrid no es que no sepa jugar en estos campos, es que ni siquiera sabe estar en ellos. Se descompone y se desdibuja.

Le salvó un poquito la jornada el doble milagro del Ruiz de Lopera. Cuando la Real había dado la vuelta al partido con una buena segunda parte se encontró, primero, con un remate increíble de Filipescu, que inventó un gol que no existe, y luego con el penalti final. Polémico penalti, que sacó de quicio a la Real. Pero veo las fotos y veo que Jauregui tiene sujeto a Dani: con la mano derecha agarra con fuerza su camiseta sobre el hombro; mientras, todo el brazo izquierdo cruza por delante de su pecho. Es penalti, guste o no. Los defensas se toman unas ventajas que están prohibidas por el reglamento y cada vez que son castigadas hay que celebrarlo, no decir que "eso nunca se pita". Pues está mal cuando no se pita y está bien cuando se pita. Así de sencillo.

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