Solari, la recesión y otras hierbas

El problema con Solari es sencillo: los dos presidentes prefieren los diez millones de euros a tener el jugador en su plantilla. Los técnicos piensan al revés: prefieren el jugador a los diez millones. Lo prefiere Cúper y lo seguiría prefiriendo Del Bosque si no fuera por disciplina de club. Todo muy lógico: los presidentes quieren cuadrar las cuentas, los entrenadores quieren la mejor plantilla posible. Saben que las aficiones no salen a la calle gritando "¡balance! ¡balance!", cuando las cuentas cuadran. Sólo salen a la calle gritando "¡campeones!,¡campeones!".

Y la situación se pudre. Del Bosque le aparta y eso se ve injusto y contraproducente. Con él, el Madrid hubiera tenido mejor cara ante el Mallorca. ¿Miedo a un pronunciamiento de la afición? ¿Deseo de seguir la línea oficial, que señala a Raúl Bravo como beneficiario de su marcha? Pues tampoco se le hizo un favor. Demasiada lupa sobre él, que además es lateral izquierdo y no se mueve con tanta soltura en la zona Solari. Y luego está el silencio ominoso de la plantilla. ¿Dónde están ahora los defensores de Morientes? Solari lleva un mes en la sartén y se le ve solo.

Su problema es que ha chocado con la recesión. Lo que él gana corresponde a la época expansiva del fútbol. Para Florentino, lo de Zidanes y Pavones no es un slogan, sino un plan de viabilidad. Megacracks por lo que valgan y jugadores de cantera, de bolsillo pequeño. Él piensa que la inflación la produce una carísima clase media y piensa ir acabando con ella. En el Inter tampoco sobra dinero para darle un capricho a Cúper. Ya no hay dinero para darle caprichos a nadie. Y eso coloca en una situación fea a un jugador querido, sufrido y noble.

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