Yo sé dónde está Bin Laden

El Barcelona es como James Bond. "Nunca digas nunca jamás". El esperpento anida en un club que lleva mucho tiempo lamiéndose las heridas por tanto disparate. El último episodio de la Copa ha sido circense, rememorando la leyenda del 'más difícil todavía'. El Figueres se unió a esa lista de héroes sin apellido ilustre que supieron en su día ridiculizar (verbo utilizado en la noche del miércoles por el propio Rexach) a un gigante con pies de barro y mantequilla. Equipos como el Metz, el Besiktas, el Balaguer o el Figueres dejan claro que con Núñez o con Gaspart, el Barcelona es más que un club no sólo por razones sociológicas. El Barça tiene un punto de irracionalidad que siempre le deja en paños menores y sin argumentos ante una afición que cada vez cree menos en el segundo proyecto de Gaspart.

Ahora han comprendido su error los que se burlaban de lo de Toledo. Por lo pronto, el Barça no verá cumplido su sueño de levantar la Copa el 6 de marzo en el palco del Bernabéu para chafarle el Centenario a su odiado enemigo. A Manolete se le ocurrió insinuar que su Atlético haría lo propio y el gafe fue de tales dimensiones que el Rayo arrasó el Calderón sin piedad. Pero vuelvo a Figueres, equipo al que debemos una exclusiva mundial. Ya sé dónde está Bin Laden. En el lugar más seguro del mundo: la sala de trofeos del Barcelona. Allí no entra nada ni nadie desde hace dos años...

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