Valieva sucumbe a la presión: sin podio y entre lágrimas
La patinadora rusa, visiblemente emocionada, termina cuarta en la prueba individual de patinaje artístico. Shcherbakova y Trusova, oro y plata.
Mucho más que una final de patinaje artístico. Un programa libre extraordinario, tanto por el nivel de las competidoras como por el contexto. Kamila Valieva, positiva en la sustancia prohibida trimetazidina, lo impregnaba todo. Y Valieva, superada por la situación, como cualquiera de los presentes, sucumbió ante la presión. Cuarta, al borde de ese podio que hubiera congelado las medallas, tras sus compatriotas Anna Shcherbakova y Alexandra Trusova y la japonesa Kaori Sakamoto. Entre lágrimas y dejando una imagen muy dura. Abatida, destrozada y buscando inmediatamente el apoyo de su equipo. Un prodigio de 15 años que, al margen de los hechos acaecidos y venideros, ha sido absorbido por una situación deleznable en el ámbito deportivo, pero también cruel a nivel emocional. Una tesitura en la que nunca debería haberse visto, ni por su bien ni por el de esta disciplina que eleva a otra dimensión. Las dos realidades son incuestionables. Se cierra su paso por Pekín, pero su caso seguirá y se recordará. Entre la excelencia, la tristeza y la crítica.
El terremoto generado, sin ir más lejos, agitó las propias bases de la competición. Llegó a su normativa. Fueron 25, y no 24, las patinadoras que danzaron sobre el hielo del Capital Indoor Stadium. Una más de las habituales, como medida preventiva ante la posible decisión final sobre Valieva. De confirmarse su sanción, hubiera estado ocupando una plaza en una final que jamás debería haber disputado, impidiendo la presencia a otra compañera. La finlandesa Jenni Saarinen, que abrió la tarde pekinesa, fue quien terminó entrando. Más de tres horas antes que Kamila, sobre quien, constantemente, se dirigían las miradas de un público tan fascinado por las exhibiciones como desconcertado por lo extradeportivo.
Todo en el aire. Desde las medallas, supeditadas a los resultados de Valieva, hasta las patinadoras, muestra, en su conjunto, del incremento de nivel en una disciplina tan bella como exigente. En la final de la prueba por equipos, con oro para el ROC a la espera de los dictámenes definitivos, el talento ruso se convertía en la primera mujer en realizar un cuádruple salto en una cita olímpica. Para el programa libre, Trusova y Shcherbakova amenazaban con la espectacular rotación, como su compatriota. En el corto, la japonesa Wakaba Higuichi ya había dejado un triple axel, también ejecutado por primera vez en el olimpismo por Valieva en Pekín. Movimientos técnicos emocionantes que, con toneladas de una técnica forjada a través de aptitudes físicas superlativas, se van acercando a las rutinas habituales de las patinadoras.