HOCKEY HIERBA

Las 300 batallas de Quico Cortés en el hockey hierba

El portero de la Selección, con 300 partidos internacionales a sus espaldas, se retirará tras Tokio. Aspira a añadir otra medalla olímpica a la plata de 2008.

Gorka LeizaDIARIO AS

Cuando Quico Cortés tenía seis años, sus padres lo llevaron al Club Egara de Terrassa para que aprendiera a jugar al hockey, el popular deporte de la ciudad. Quizás fue el recuerdo de su abuelo, portero en los años 40, el que determinó rápidamente su futuro. "Al segundo entrenamiento, ya quise ser portero. Cogí un buen berrinche", rememora a sus casi 37 años y después de haber cumplido ya 300 internacionalidades, un récord, solo superado por el retirado Pol Amat (304) y Sergi Enrique (305).

A las puertas de sus cuartos Juegos Olímpicos, Cortés aprendió de los mejores. Aún de júnior, tuvo que sustituir en el Egara a Ramón Jofresa, portero de la Selección que fue plata en los Juegos de Atlanta 1996 y en el Mundial de Utrecht 1998. El propio egarense subió al mismo peldaño en Pekín 2008. Hasta el momento el último gran recuerdo olímpico: "El seleccionador Mauritz Hendriks se dio cuenta del talento que teníamos. Faltaba trabajo, y él supo poner mano dura. Nos acostumbró a sufrir y nos evolucionó tácticamente", explica Cortés, que quiere repetir medalla en Tokio 2020. "Vamos a por ella. Dependemos de nosotros. Hemos crecido, estamos trabajando los detalles y tenemos que llegar muy finos", advierte el meta que vivirá su última experiencia profesional en Japón. Luego dirá adiós.

Cortés, en un partido con la Selección.Manuel Queimadelos AlonsoGetty Images

Por el retrovisor deja una carrera con experiencias en Holanda ("viví una competición profesional pero con el ambiente de club social como en España") y en la Superliga india ("me pagaron casi 40.000 euros por jugar cinco semanas. La gente nos paraba por la calle como aquí a los futbolistas").

Física

Paralelamente a su trayectoria de 20 años en el hockey profesional y 17 en la Selección, el egarense cursó la carrera de Física: "Tardé diez años. Los periodos de enero y junio eran de exámanes y siempre competía", se excusa. Desde hace dos años trabaja en Damm, la empresa cervecera, en un departamento de Big Data e Inteligencia Artificial, dos ramas asociadas también al deporte. "Antes los entrenadores querían tener jugadores mentalmente fuertes, campeones... Ahora, si el jugador escucha y quiere tiene herramientas para ser un robot. Hay programas de análisis de vídeo, otros que analizan cómo debe entrenar, qué tipo de pesas utilizar, estudios médicos... Y la radiografía del partido. Los jugadores ahora pueden llegar a intuir qué puede suceder", comenta.

El portero posa para AS en su puesto de trabajo en la cervecera Damm.Gorka LeizaDIARIO AS

Un conocimiento que le ayuda en sus últimos meses en la meta de España. Espera que, pese a sus 300 batallas, aún le reste la más importante.