Zorrilla se prepara para un nuevo cambio de césped
El Real Valladolid mudará el tapiz por tercera vez en cuatro años tras celebrarse el concierto de Alejandro Sanz.
Veinte días transcurrieron entre el ascenso del Real Valladolid, en el que el Fondo Norte festejó con la plantilla apostada frente a él, y este sábado, cuando la misma zona del José Zorrilla volvió a vibrar, en esta ocasión, con un pellizquito más afinado: el de Alejandro Sanz. El concierto de este sábado, tan temido en caso de tener que disputar playoff, se orientó hacia ese lugar, hacia la portería de los goles, con 25.000 almas pisando el estadio otra vez. Pisando, muchas de ellas, un césped que volverá a ser cambiado en las próximas semanas.
Como recuerda en ocasiones con añoranza el Jefe Wiggum, al verde le quedaba solo un día para jubilarse cuando los pupilos de Pacheta cumplieron el “tú gana” y se elevaron a los cielos de Primera. Ahora, por tercera vez en cuatro años, mudará la piel para estrenar tepes en el retorno a la máxima categoría. Y es que, cabe recordar, las necesidades propias del uso, así como las obras acometidas en los últimos años en el templo blanquivioleta, provocaron sendos cambios en 2018 y en 2019, tras el último ascenso y la eliminación del foso.
Atrás quedaron los tiempos en los que el tapete sufría, se decía que por el frío del invierno y el calor del verano, lógicos en Valladolid: el incremento y mejora de los cuidados en la última etapa del club convirtió el césped de Zorrilla, si no en uno referente, por lo menos sí en uno competitivo, en las mejores condiciones para la práctica del fútbol, después de que no pudiera ser visto así, por ejemplo, en aquel 2018 en el que los astros se alinearon en contra del Pucela, que no dejó la imagen deseada en su reestreno en la élite.
Apurar los plazos no fue la mejor idea en un verano en el que, además, el cambio se complicó por distintos avatares como la devolución de algunos tepes o incluso un robo de combustible que sufrió la empresa portuguesa que surtía al club. La consecuencia fue que, cuando el Barça pisó Zorrilla, la hierba no se había asentado, necesitaba todavía varias semanas para poder hacerlo, lo que granjeó críticas, en primer lugar, del rival, que se quejó amargamente de algo que se hacía evidente a los ojos y que no se había podido evitar.
Un verano más tarde, después de la supresión del antiguo foso, la cosa fue bien distinta. Además de bajarlo respecto a la altura anterior, se aprovechó para mejorar el drenaje, a lo que se le añadieron otras variables, como las lámparas que ‘bañan’ de luz y simulan los rayos de sol en aquellas épocas en las que no los hay o las bajas temperaturas impiden el buen desarrollo del césped. Esta maquinaria, que forma parte de la inversión en infraestructuras, así como los cuidados, mayores en volumen de recursos humanos, han permitido disfrutar a los de Pacheta de un campo de calidad.
Hace apenas una semana, el equipo de mantenimiento que dirige Antonio Blanco, esbozó un diseño novedoso, a modo de despedida, que causó sensación entre los aficionados, dibujando rombos. Atrás habrán quedado para cuando empiece la competición a mediados de agosto: después del desgaste propio del concierto de Alejandro Sanz, el cambio de tepes se hará con vistas a que esté para ese comienzo, completamente realizado durante este próximo mes de julio, con margen suficiente para su asiento de cara al debut liguero en Zorrilla.