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CHAMPIONS | NÁPOLES

Maradona en la Copa de Europa: del Bernabéu vacío a las locuras de Moscú

El Nápoles vive hoy su primera vez en los cuartos de Champions, algo que no logró ni con Maradona. Así fue su aventura en la Copa de Europa con el Pelusa…

Actualizado a
Maradona capitaneó al Nápoles en el famoso partido a puerta cerrada de la Copa de Europa que enfrentó al Real Madrid y al conjunto napolitano el 16 de septiembre de 1987 en el Santiago Bernabéu.
DIARIO AS

El Nápoles va a vivir esta noche algo inédito en su historia: unos cuartos de final de Champions League. Antes del encuentro con el Milan, al que llegaron eliminando al Eintracht con un 5-0 entre ida y vuelta (0-2 en Frankfurt, 3-0 en Nápoles), los sureños nunca habían superado los octavos, ni con el mismísimo Maradona. En la época del Pelusa, los napolitanos levantaron una Copa de la UEFA y, ganando dos scudetti, participaron dos veces en la Copa de Europa. Ambas terminaron mal y la primera la recordarán muy bien los madridistas.

El estreno azzurro en la máxima competición europea, con Ottavio Bianchi en el banquillo, tuvo lugar en un Santiago Bernabéu que no pudo acoger a Maradona como se merecía. El encuentro tuvo lugar el 16 de septiembre de 1987 a puerta cerrada por la sanción que la UEFA impuso a los blancos debido a los incidentes ocurridos ante el Bayern en la temporada anterior. A pesar del ambiente, el Madrid de Beenhakker supo dominar a los italianos y anular a Maradona. El argentino sufrió el marcaje de Chendo, que le siguió en cada zona del campo. En una jugada, los papeles se invirtieron, con el español atacando ante el Pelusa, al que le hizo un caño. Jorge Valdano comentó lo ocurrido con una de sus frases que en Italia recuerdan perfectamente: “Los pajaritos dispararon a las escopetas...”.

Un penalti de Michel en el 19′ y un tanto de Tendillo tumbaron a los azzurri, que prepararon para el partido de vuelta un ambiente totalmente distinto. Los que presenciaron, siguen contando que el San Paolo nunca rugió como el 30 de septiembre de 1987, cuando el Madrid apareció a Fuorigrotta. En teoría, los asistentes fueron 83.000, pero los relatos coinciden en que la cantidad fue bastante superior porque, por aquel entonces, colarse en el campo napolitano no era complicado y la cita merecía la pena. La caldera explotó tras apenas nueve minutos gracias a un gol de Francini que hizo soñar con la remontada. Antes del descanso, no obstante, Butragueño puso las tablas matando las esperanzas de los partenopei: el 1-1 los eliminó y la aventura terminó en los dieciseisavos.

En 1990, tras haber ganado el segundo scudetto, el Nápoles tuvo más suerte en el sorteo. Su primer rival fue el Ujpest, campeón de Hungría, al que el conjunto entrenado por Alberto Bigon batió sin ningún apuro: 3-0 en el San Paolo, con doblete de Maradona y gol de Baroni, 2-0 en Budapest, firmado por Incocciati y Alemao. Los problemas llegaron después.

En los octavos, tocó el Spartak de Moscú. Un partido que a los tifosi le trae malos recuerdos: fue el inicio del fin del Diego bajo el Vesubio. Después del 0-0 del San Paolo, hubo una enorme polémica con Maradona, que no quiso viajar con el equipo por “unas molestias musculares” tras haber preparado todo el viaje a Rusia con su familia. En realidad, no lo hizo por unas tensiones con entrenador y club. Era el 6 de noviembre de 1990 y, horas después, Diego cambió de parecer y se fue a Moscú con un avión privado que pagó de su bolsillo. Apareció con un abrigo de piel que todos recuerdan y la leyenda cuenta que logró, en la madrugada, dar una vuelta por la Plaza Roja cerrada y hasta conseguir que encendieran las luces por él, firmando autógrafos a los soldados.El directivo Moggi le había avisado: “Si no viajas con el equipo, no juegas”. Bigon cumplió: el titular fue Zola, al que el argentino sustituyó en el 65′. En un Luzhniki congelado, el 0-0 no se movió del marcador y se llegó a los penaltis. Los rusos no fallaron ni uno, Maradona anotó el suyo, Baroni no y el Nápoles quedó eliminado. Fue el último partido del Diez en la Copa de Europa. Meses después, su legendario periplo azzurro acabó de la peor manera, con una sanción por dopaje, y el Nápoles empezó su bajada a los infiernos que le llevó hasta la Serie C.