Cuando el Atlético fue local en Cáceres... y Jesús Gil “quería ganar las elecciones”

Para el Atlético, esta será su tercera vez en Cáceres. El primero fue también de Copa, en 1982. Primera ronda de aquella edición, el Cacereño (de Tercera) le sacó un empate al Atleti (1-1), aunque los rojiblancos lo hicieron bueno con un 4-2 en el Calderón, prórroga incluida. En aquella cita, por cierto, el ariete de los extremeños era un jovencísimo Manolo (17 años), luego leyenda rojiblanco y pichichi de la Liga. El segundo fue más inesperado y ni siquiera estaba el Cacereño en liza: fue en la 91-92, un Atlético-Deportivo de Liga, trasladado por una sanción a los rojiblancos. La previa y el desenlace de aquel exilio tuvieron tensiones… y encima el Atleti perdió.

Todo había empezado un mes antes, en el Atlético-Sevilla, 14 de diciembre de 1991. Los andaluces ganaron 0-3 y los madrileños acabaron muy enfadados con Merino González, a quien reclamaron dos penaltis. Y desde la grada alguien reaccionó de muy malas formas lanzándole un vaso al árbitro, a quien hirió en el labio y dejó aturdido, según él mismo explicó. Pasadas las Navidades y tras una primera apelación, se confirmó la sanción: multa de 500.000 pesetas y clausura del Calderón, por lo que el Atleti tendría que buscar escenario para la visita del Deportivo del 19 de enero. Cáceres y Salamanca eran las principales opciones y, con ese dilema, empezaron las tiranteces.

“Buscaba adeptos para ser presidente del Gobierno”

Luis Aragonés, entrenador rojiblanco, prefería Salamanca, pues el césped estaba en mejores condiciones y entendía que cualquier otra opción perjudicaría los intereses del equipo. Jesús Gil, que seguía su guerra con los árbitros (“Solo nos dejarán ganar la Recopa; no hay nada que hacer en Liga y en Copa, así está ordenado”), apostaba por Cáceres, pues el club ponía 18 millones sobre la mesa por llevarse el partido (por 17 de Salamanca). Y efectivamente, la decisión final fue jugar en el Príncipe Felipe de la ciudad extremeña, que pondría gradas supletorias para la ocasión.

Las entradas volaron, porque había más socios interesados que asientos. Apenas 2.100 colchoneros tenían acceso al Príncipe Felipe. En lo deportivo, Futre no viajó por lesión y, al menos, el partido sí era especial para Manolo, que jugaría como local en su ciudad natal. Gil, por su parte, atacaba al Salamanca y a su presidente, Hidalgo (“Lo que tiene que hacer es pagar y no un juego de porcentajes y contenciosos…”), y nuevamente a los árbitros. En la previa, Luis insistió en que su equipo salía “deportivamente muy perjudicado” por el terreno de juego en mal estado. En 2003, cuando dejó el club rojiblanco por última vez, el Sabio reveló en una entrevista con AS que Jesús Gil le había dicho que, con aquella decisión, “buscaba adeptos para su partido político, porque quería ganar las elecciones a presidente del Gobierno”.

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“Hemos hecho felices a muchos”

El Atleti, que venía de perder en Oviedo (Copa) y en Logroño (y a la siguiente lo haría en Albacete también), cayó nuevamente ante el Deportivo, 1-2, en un estadio con 12.000 espectadores (y 24,9 millones de recaudación). Mújica y Villa pusieron el 0-2 y Vizcaíno recortó en el 86′. Los rojiblancos reclamaron dos penaltis, uno claro de Mariano a Toni, aún con 0-0, y otro a Manolo. “Ya avisé que un campo tan estrecho favorecía al rival. El césped estaba horrible, pero había razones de empresa para jugar en Cáceres. Hubo quien se quiso aprovechar de las circunstancias y por eso vinimos a Extremadura”, lamentó Luis, que agregó: “El árbitro no pitó un claro penalti a Toni”. Todo mal en el Príncipe Felipe. “Perdiendo hemos hecho felices a muchos más que si hubiéramos ganado”, ironizaba Jesús Gil. El equipo se quedaba a seis puntos del líder (las victorias valían dos) y terminó lamentando esa mala racha y, especialmente, el tropiezo con el Depor, pues acabó la Liga a solo dos puntos del campeón.

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