Planta de oportunidades
Se arriesga el Espanyol, por imprevisible, a abonar una peligrosa zona de nadie. Ante el Elche, falló en sus virtudes y agigantó sus vicios. La Copa, una buena reválida para el equipo.
"Hemos perdido una oportunidad de oro para acercarnos a los de arriba, para meternos en una posición buena e ilusionante, y para alejarnos mucho de los de atrás". No lo pudo sintetizar mejor Vicente Moreno, quien sin mencionar explícitamente ni Europa ni el descenso sí se soltó en la comparecencia posterior al Espanyol-Elche (1-2), quizá espoleado por los ánimos caldeados de la derrota, al reconocer que dejaron los pericos escapar un tren cargado de esperanzas de la estación de Cornellà. Un equipo a veces inexpugnable, otras convertido en planta de oportunidades pero al estilo de los grandes almacenes: donde el rival puede llegar y llevarse su ganga a precio de saldo.
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Nunca den por sentado nada en el Espanyol sería el primer consejo para cualquier advenedizo. Es casi un mal endémico. Incluso en una temporada tan estable como la actual, lo cual tiene mérito tras el terremoto del descenso y el añito en el infierno. Lo demuestra la derrota ante el Elche en un estadio del que solo se había llevado los tres puntos el Atlético de Madrid (1-2), y en el minuto 99. Pero también el propio conjunto franjiverde, en el partido de la primera vuelta en el Martínez Valero (2-2) y su empate sobre la bocina. O el Getafe (2-1), que aún no había ganado cuando lo hizo ante los pericos, los mismos capaces de asestar al Real Madrid (2-1) la única derrota blanca en toda la primera vuelta. Un conjunto no 'friendly' para las casas de apuestas.
Con muy poco, saber estar, puso de manifiesto el Elche las costuras de un Espanyol empequeñecido sin Diego López ni Sergi Darder, dos de sus bastiones Que falló en lo que mejor se le da, como la estrategia –terrible, con 13 córners a favor y ni un solo centro en condiciones– o el orden defensivo –los dos goles de Pere Milla se originan en errores de marca infantiles–, y que profundizó en carencias que durante la campaña (y el curso pasado, en Segunda) se solapan a menudo bajo el talento individual: la tímida presión, unas bandas descompensadas y una cierta anarquía ofensiva que va más allá de si el sistema varía del 4-3-3 al 4-4-2, y viceversa.
No debe una derrota, la primera en el RCDE Stadium tras cuatro meses inmaculados en casa, echar a perder todo lo bueno construido por Vicente Moreno y su plantilla. Que lo hay, y mucho. Tampoco se deben cargar las tintas contra algún jugador en concreto, y menos si se trata de un debutante. Pero sí tiene que servir como toque de atención en un contexto liguero en el que cada vez habrá más en juego en todos los equipos, y a las puertas de unos octavos de final de la Copa del Rey que se libran a partido único ante un igual de Primera, el Mallorca.
Está más que a tiempo el Espanyol, que en definitiva solo tiene un punto menos que en la primera vuelta –en Elche empató, en casa ha perdido ante los franjiverdes– de mantener viva la llama de la ilusión de esta temporada, que seguramente distará de ser un drama pero que tampoco puede convertirse en otro de esos años de transición que menguaron la masa social de los 35.000 de la inauguración de Cornellà a los poco más de 20.000 de hace un par de cursos. O de una mera “consolidación”. El club no se lo puede permitir. El crecimiento debe ser lo único que se despache en esta planta de oportunidades.