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ESPANYOL

La milla inabarcable del Espanyol

El fortín del RCDE Stadium se agrieta ante el Elche en un desacertado partido del equipo perico, que desaprovecha otra oportunidad de avistar Europa.

Actualizado a
RdT y Loren.
Alex Caparros

La banda sonora de una noche bizarra. Como ocurrió ante el Levante, en aquella borrachera de goles que finalizó con victoria del Espanyol por 4-3, la visita del Elche el segundo lunes de 2022, con un RCDE Stadium desangelado pero animoso, como la Galia de Astérix, supuso otro partido bizarro y surrealista. Un encuentro en el que se pudo ver a un Espanyol timorato que empezó como un flan (0-2) y que despertó por una cola de vaca de Keidi Bare, con caño incluido, preludio del 1-2 de RdT. Una afición que coreó “a por ellos a por ellos” al descanso como si fuera una semifinal europea y un speaker, el de la Grada Canito, que no paró de cantar en la primera mitad. Lo podrían haber denunciado por contaminación acústica, no por sus encomiables ánimos, sino porque sus frases retumbaron hasta en el aeropuerto.

Los dos tipos de errores. También retumbaron los errores defensivos de un Espanyol que sufre en ocasiones desconexiones individuales incompresibles. Entendible la de Joan García en su debut en Primera. A todos le atenazan los nervios. Luego se repuso y, aunque no tuvo excesivo trabajo, no chirrió más. La grada respondió con aplausos cariñosos en su siguiente intervención. Un gran gesto. Menos paciencia hubo con las malas decisiones de Aleix Vidal, los resbalones de Loren, la poca contundencia de Pedrosa o la sustitución de Embarba, que sigue lejos de su nivel. Para seguir creciendo hay que evitar estos desatinos.

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Una mochila de piedras. Tampoco mejoró el Espanyol en una de sus asignaturas pendientes después de la primera vuelta. Tuvo el equipo perico el balón, con Morlanes a los manos y Darder fuera, pero los mecanismos no funcionaron. Solo RdT, que bajaba a posiciones intermedias, encontraba luz en medio del bosque ilicitano. Pocos jugadores estuvieron a su nivel, especialmente laterales y extremos, quienes no precisaron lo poco que centraron y el Elche achicó agua y se tomó largos reposos, moviendo el balón de un lado al otro, especulando, sin que el Espanyol fuera capaz de enseñar sus uñas. La presión en campo rival brilla por su ausencia, preso el equipo de sus particularidades.

Esas grandes oportunidades. Es curioso lo que le ocurre al Espanyol. Un equipo que es incapaz de controlar partidos ante rivales inferiores en la clasificación. Es un Espanyol de jugadas más que de juego, que no acaba de evolucionar aunque su nivel ya le llega para moverse en esa zona de nadie, en el desierto de la tabla. 2022 empieza de la peor manera posible, con esa derrota en casa, el fortín donde se fraguaba todos los éxitos. Ya es habitual del equipo perico, no alcanzar dos alegrías seguidas: gana su primer partido fuera ante el Valencia pero pierde en ese Cornellà que era casi inconquistable. El Espanyol sigue sin abordar esa milla que siempre le separa de las grandes oportunidades.