El trabajo sucio de David
El capitán actuó de mediocentro y central al mismo tiempo, corriendo mucho y apenas participando con el balón (tocó nueve) por la estrategia de Moreno.
Con tal de contrarrestar las rupturas de los interiores del Barcelona y de poblar con un jugador más la defensa, Vicente Moreno ideó en el Camp Nou una fórmula distinta a los encuentros jugados esta temporada. David López, que regresaba a la alineación después de su mala primera parte ante el Elche hace ya cuatro jornadas, hacía de mediocentro cuando el Espanyol tenía la posesión, pero se incrustaba entre los centrales en fase defensiva.
El de Sant Cugat disputó 55 minutos y solamente tocó nueve balones, pero de buen seguro (y a falta de las estadísticas acumuladas de la jornada) fue de los que más kilómetros realizó debido a sus constantes cambios de posición. “Queríamos estar más juntos, por eso hacer esa línea de cinco. La sensación de que teníamos en el estadio es que todo el mundo estaba sufriendo”, comentó el técnico valenciano después del encuentro.
El rol de David fue incómodo, requirió un alto esfuerzo cognitivo. Sin balón, se situó como líbero para que Leandro Cabrera y Sergi Gómez pudieran estar pendientes de las entradas de Nico González o Frankie De Jong o para hacer la cobertura a Aleix Vidal y Adrià Pedrosa. De esa manera, el Espanyol evitaba los uno contra uno en la banda sin necesidad de perder un jugador por dentro. El plan funcionó, aunque el Barcelona lanzó nueve veces, algunas de ellas con mucho peligro, como un pase forzado de Diego López al propio David que Nico no logró finalizar al caer. Fue el momento más delicado.
Curiosamente, el 1-0 después de ese penalti inexistente llega en una transición rápida del Barcelona en la que el capitán no logra llegar a esa demarcación y es el uruguayo el que debe desplazar demasiado su posición.
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Darder viene a la base y el capitán no participa
Con balón, es curioso el protagonismo de David. Era Sergi Darder quien venía a la base de la jugada, más seguro y preciso en los pases, y el capitán se colocaba de interior, por delante, más como fijador de rivales que como hombre libre. Por eso, solamente dio nueve pases, cuatro de ellos en campo contrario, dos en la zona de lateral derecho y otros tres en zona de mediocampo, ninguno de ellos en salida de balón. Un trabajo sucio en toda regla.