CELTA B 2 | RACING 1

Al Racing le faltó empaque para puntuar en Vigo

Se adelantó muy pronto pero al minuto concedió un empate demasiado fácil. Tuvo una ocasión descomunal que falló y a partir de los cambios no existió

Santander
Salvador SasDiario AS

El Racing vuelve a dejar malas sensaciones fuera de El Sardinero. Como le sucedió en Las Gaunas, fue incapaz de matar el partido cuando fue mejor que el Celta B, en la primera mitad, y fue claramente a menos a medida que avanzaba el partido, cundía el desánimo y el entrenador empeoró su equipo con los cambios, algunos inexplicables, como los de Soko o Íñigo. El Celta B, justo de efectivos, supo agarrarse al partido en la primera parte, se encontró con la fortuna de adelantarse en el marcador y fue mejor, con más piernas y las ideas más claras en la última media hora.

El partido se abrió en canal nada más comenzar. Con el Celta B tratando de salir jugando desde atrás, con más intención que acierto, y el Racing obsesionado con jugar en campo contrario, aunque fuera a base de que Lucas Díaz le endilgara al cuero un patadón en cada jugada. Los cántabros preferían tratar de robar y salir a la contra, que arriesgar combinando desde atrás. Y en el primer cuarto de hora le salió a las mil maravillas. Los de Onésimo, que solo pudo presentar 16 jugadores, ninguno delantero, estaban imprecisos y pronto empezaron a llegar las ocasiones verdiblancas, tres en la misma jugada, en el 9', que acabó con Bustos embocando tras remachar lo que pareció más un mal tiro que una asistencia de Borja Domínguez, la gran sorpresa del once de Romo.

Salvador SasAS

La pena para los cántabros fue que en el minuto siguiente concedió un gol inusitadamente fácil a los celestes: Carrique subió solo por el carril derecho, centró pasado donde Alfon había cogido gratis la espalda a Unai Medina y Lucas aceptó un gol en su palo y entre las piernas. 10' y vuelta a empezar. A partir de ahí, el partido discurrió igualado, divertido, con más toque local y más vértigo visitante y con la sensación que no tardarían en llegar más goles. No fue así, aunque Bustos tuvo en el 21' un fallo de esos que ahora se hacen virales ('Lo nunca visto, no creerán lo que falló Bustos..,' o algo así): con la portería vacía y a metro y medio del segundo palo cruza tanto el balón que lo revienta contra el otro poste ante la incredulidad de tirios y troyanos. El Racing se fue al vestuario incrédulo: había sido mejor y llegaba al descanso con el 1-1 en el marcador.

La segunda mitad empezó más igualada, pero con la sensación de que la defensa del Racing estaba cada vez más mantecosa, como se demostró en la jugada del 2-1, una melé en el área tras un saque de esquina en la que media docena de jugadores del Racing fueron incapaces de acercarse siquiera al balón. Fue un mazazo anímico para los santanderinos, que ya eran incapaces de otra cosa que pegar patadones desde campo propio, entre otras cosas porque los de Onésimo ya arriesgaban menos en la salida de balón y se había perdido la opción de robar en campo contrario. Un balón al travesaño en un centro de Bustos que se envenenó y varios uyssss..., poca cosa para remontar. De hecho, a la contra, tuvo un par de ellas más claras el Celta B, una de Miguel y otra de Losada, para apuntillar. En ese momento, el equipo veterano y con mando era el que formaban los chavales del Celta B y el Racing era un pollo sin cabeza. Sin plan ni fe.

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Tampoco le ayudaron nada al Racing los cambios que realizó su entrenador. Lo mismo que aconteció frente al Logroñés, cada intervención del míster empeoró al equipo. Meter a Carlos Castro en un puesto en el que el jugador y Romo saben que no puede jugar, el de extremo derecho, sacando a Soko del campo resultó inexplicable. Lo mismo que retirar a Íñigo, por más que tuviera una tarjeta amarilla, cuando era el único que hacía el enlace entre una defensa sin salida de balón y el ataque. Borja Domínguez, la novedad en el once, cumplió con el balón, sobre todo en los desplazamientos, pero sigue adoleciendo de movilidad.

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