Los fichajes confirman el cambio de perfil del Promesas
Solo Samu Casado y Víctor Narro, último en llegar al filial del Real Valladolid, son mayores de 21 años.
El Real Valladolid Promesas será esta temporada el único filial de un equipo de Segunda que milite en la Primera RFEF, una circunstancia que otorga valor al trabajo realizado las últimas campañas por Javier Baraja pero que, a la vez, dificulta la labor de la dirección deportiva, en tanto en cuanto el descenso del primer equipo y el cuello de botella existente en este obliga a reducir el presupuesto del segundo.
Si las temporadas anteriores el perfil de los fichajes era el de jugadores contrastados en Segunda B, caso de los Alende, Doncel y compañía, el equipo de trabajo de Fran Sánchez ha tenido que agudizar el ingenio y realizar una apuesta a la que ya se refirió Julio Baptista en su primera rueda de prensa: "El club tiene una nueva propuesta de tener jugadores más jóvenes. Sabiendo que es una categoría compleja, vamos a trabajar para que estén preparados".
Esta tendencia se viene constatando a través de las ocho llegadas confirmadas hasta la fecha, toda vez que solamente el portero Samu Casado y el extremo Víctor Narro, último jugador en ser anunciado, superan los 21 años. Esto es, mientras antes llegaban futbolistas a menudo en último año sub-23, ahora la juventud es mayor, teniendo gran parte de esos fichados al menos dos años más para alternar con primer equipo.
Así, mientras al propio Narro le queda uno, Kike Ríos, Lucas Rosa, Fran Rivera y Víctor Segura le quedan dos por delante. A Fran López, por su parte, le faltan tres, pues apenas afronta su segundo año sénior. A todo esto hay que sumarle el hecho de que Yari Meykher, el otro portero arribado, es del 2000 y cuenta con la particularidad de que los guardametas pueden alternar hasta los 25, y que, de los que se quedan y suben, no hay nadie nacido antes del 99.
Con todo, la contrapartida ya conocida es la falta de experiencia a la que Julio Baptista demostró no temer, al afirmar que, a cambio, tendrán "ilusión". Y es que ninguna de las ocho incorporaciones alcanza los 50 partidos en Segunda B, una cuestión que obligará a que no solo el técnico dé un paso adelante en esta nueva etapa, que se sabe difícil y estará marcada por la formación y la paciencia con las nuevas generaciones.