VILLARREAL

Las colas y el toque de queda no apagaron la alegría de los amarillos

A pesar del cansancio, de lo duro que fue el regreso y de las largas esperas, el aeropuerto era una mar de satisfacción y felicidad máxima.

ALBERTO IRANZODIARIOAS

Las colas, las esperas de aeropuerto, los bocadillos que no saben a nada del Duty Free, las cervezas de lata medio calientes, las PCRs, los engorrosos códigos QR, tener que andar kilómetros de terminal, arrastrar las maletas o, llegar a casa a las 8:00 de la mañana; entre otras cosas. Eso es lo que han vivido los seguidores del Villarreal que tuvieron la suerte de estar en Gdansk para ver a su equipo ganar la Europa League. Y a pesar del cansancio, de lo duro que fue el regreso y de las largas esperas, el aeropuerto era una mar de satisfacción y felicidad máxima.

Los amarillos cantaron, ya menos que en el campo, pero algo cantaron. Los más afortunados todavía les quedaba batería para volver a ver los vídeos, las imágenes y, los comentarios del partido en sus terminales. En el gran título del Villarreal, los móviles han jugado el papel clave. Todos se fotografiaron en el campo, con la copa de atrezzo de Gdansk o, celebrando lo logrado con el que tenían al lado. Y es que medio Vila-real tiene las mismas fotos, era ver las redes sociales , y ver siempre las mismas imágenes una y otra vez.

Los que vivieron lo de Gdansk no lo olvidaran nunca, siempre recordarán que estuvieron allí. La otra cara de la victoria se vivió en Vila-real y en provincia, ya que los amarillos que lo vieron por la tele también tuvieron lo suyo. La gente lo vio y lo vivió en los bares, reuniéndose con los más allegados. Todos de amarillo, los niños acudieron de amarillo a los colegios, los mayores lo hicieron a la cena y al partido. Poca distancia social, reunión en las plazas de la ciudad, y mucha alegría. Castillos de fuego, cohetes, coches sonando el claxon, y la locura. La gente no se quería marchar a casa, pero el toque se queda hizo que la fiesta acabara a la una de la mañana. Si no es por eso, a la hora que llegaban los aviones, todavía seguirían festejando como si no hubiera un mañana. El Villarreal tuvo su copa, tuvo su fiesta, tuvo a pesar del Covid y de las restricciones, su gran momento y el de su gente.

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