Espanyol y Osasuna comparten una Copa con sed de Primera
Visita Cornellà el verdugo perico de la temporada pasada, que trata de no emular sus pasos. Arrasate y Moreno mezclarán, sin público, titulares y suplentes.
Hubo un tiempo en que el Espanyol desembarcaba en Pamplona –con centenares de pericos que habían agotado las entradas en media hora– dispuesto a salvarse, ante un Osasuna manso en media tabla. Era el tiempo de la inocencia. Un 8-M de 2020, en el que los rojillos embadurnaron los pies de los pericos con el cemento del descenso a únicamente seis días de quedarse todos sin público, sin aliento, acaso sin libertad. Hoy, solo diez meses pero media vida después, vuelven a cruzarse en la Copa, aunque paradójicamente con la Primera División más presente que nunca (sigue el partido en directo en As.com).
Solo el factor campo, favorable al equipo de inferior categoría, delata sobre qué tablero juegan actualmente Espanyol y Osasuna. Vicente Moreno, tan comedido que esconde sus convocatorias hasta casi la hora del partido, dejó en la previa volar la imaginación –"debe de ser bonito ganar un título con el Espanyol", aseveró– aunque el pragmatismo le llevará a mezclar titulares de LaLiga con los que lo son menos, pues si algo ha logrado es que pocos jugadores se sientan suplentes. Jugará Oier, el portero de la Copa, regresará Lluís, sancionado en el último choque liguero, y se reencontrará Fran Mérida con sus excompañeros. A partir de aquí, quinielas, con Raúl de Tomás como gran incógnita.
Si prioritaria es la competición liguera para los pericos, casi es lo único en la mesa de los rojillos. Por ello prescinde Jagoba Arrasate de Sergio Herrera, Aridane o Moncayola. Tampoco acude Brandon Thomas, pero en su caso porque va camino de reforzar al Leganés, rival directo del Espanyol. Pero sí comparecerán en Cornellà un Enric Gallego que conoce de sobra la ciudad –y que podría haber sido local en el escenario del partido– o Budimir, y debutará Manu Sánchez, cedido por el Atlético.
A pesar de que la Copa aparece ahora mismo como una suerte de mosca en la sopa de Osasuna, lo cierto es que hasta ahora en realidad ha supuesto su oasis en una temporada harto convulsa. Las victorias ante Tomares y Olot han sido los únicos respiros en una terrible racha liguera, que alcanza las 12 jornadas sin ganar. Y caer con estrépito, aunque se antoje un torneo secundario, acaba afectando a la competición principal: que se lo digan al Espanyol y su farol del año pasado en Wolverhampton…
Así, sin un mero atisbo del público de la anterior ocasión –lo pidió el club local a la Generalitat, pero no ha prosperado– y con el verdugo en LaLiga de la última temporada, recibe el Espanyol a un Osasuna que imita sus pasos, casi 12 meses después, con el deseo de apearlo de la Copa pero, sobre todo, de comprobar su nivel real ante un adversario de superior categoría y de desquitarse de aquellas faenas no hoy sino la campaña próxima, reencontrándose en Primera.