El Leganés y un mitigado ánimo de venganza contra el Sevilla
En 2018, los andaluces evitaron que el Leganés jugara su primera final de Copa. Casi 24 meses más tarde, las circunstancias pepineras restan fuerza al deseo de vendetta.
Jugará el Leganés mañana contra el Sevilla en Copa (Wanda Metropolitano, 20:00) con algo de ánimo de venganza descafeinado en su fútbol. Hace dos años, en 2018, los hispalenses arrebataron a los pepineros el sueño de poder jugar su primera final copera. El Lega se estrenó en semifinales y resistió en la ida (1-1), pero no pudo completar la gesta en la vuelta (2-0) y puso punto y final a una heroica trayectoria en el torneo, ‘Pepinazo’ incluido ante el Real Madrid. Ahora las circunstancias que rodean al duelo restan épica al deseo blanquiazul de redención.
Primero, porque la categoría en la que residen ambos contendientes ya no es la misma. El Sevilla sigue siendo de Primera, un élite europeo que aterrizará en el Wanda como sexto clasificado, con cita ante el Borussia Dortmund en Champions y vigente campeón de la Europa League. El Leganés, sin embargo, es ahora equipo de Segunda y también sexto en su categoría, aunque en su caso, esta posición alejada de la cabeza es motivo de críticas y dudas. Malos tiempos para la lírica.
Que el objetivo sea el ascenso hará que en Copa, como hasta ahora, Martí repita rotaciones masivas que den minutos a los menos habituales. El entrenador del Leganés (capitán en su día con el Sevilla, con el que ganó dos Europa League) tiene claras sus prioridades. La ‘vendetta’ frente a los andaluces por la afrenta de hace dos años no es una de ellas.
Sin apenas entrenar
Además, el choque no se juega en Leganés (maldita nieve) y llega en malas circunstancias deportivas para los blanquiazules precisamente por causas meteorológicas. El equipo suma una semana sin poder entrenar con normalidad. Desde el sábado y hasta el pasado martes no se ejercitó en un mismo espacio debido a la borrasca Filomena. Y cuando lo hizo, acudió a la ID Butarque para aprovechar apenas un pequeño espacio habilitado en medio de la nieve que ahora debe abandonarse varios días para su reacondicionamiento.
Ayer, por consejo de la empresa que cuida sus instalaciones y de LaLiga, el Leganés cambió la hierba natural por el césped artificial en un exilio forzado para cuidar tanto su centro de entrenamiento, como el propio estadio de Butarque. En estas condiciones exigir la machada de tumbar al Sevilla resulta complicado, aunque entre sus jugadores aún hay supervivientes de aquella eliminación de 2018 que seguro sueñan con lograrla.
Los cuatro supervivientes
Cuéllar, Bustinza, Rubén Pérez y Eraso, todavía forman parte del plantel que aspiró y luchó por jugar esa final de la Copa que tuvo lugar precisamente en el Wanda Metropolitano y que terminaron disputando Barcelona y el propio Sevilla. De haberlo hecho, de haber tumbado al Sevilla en el Pizjuán y haberse clasificado para la cita contra los culés, el Leganés, además de haber disputado su primera final, se habría garantizado la presencia en la Supercopa de España de 2018, la última que se compitió en su anterior formato estival, a doble partido y solo entre dos contendientes.
Ensoñaciones vaporosas que apenas 24 meses después emergen como pasado perfecto incapaz, por desgracia para este Leganés, de conjugar motivos suficientes para la venganza que todos desearían al sur de la capital. Aunque, como suele repetir el lema institucional del Lega, en Butarque, los sueños se cumplen. El Sevilla, por si acaso, está avisado.