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FÚTBOL | ÓSCAR FERNÁNDEZ

"Yo decía: 'Devuelvo el finiquito, sólo quiero poder trabajar"

Desde el 19 de mayo un entrenador que sea destituido sin debutar en partido oficial, puede entrenar esa misma temporada a otro club. Óscar Fernández habla en AS de lo que supone.

Madrid
Óscar Fernández en el banquillo del Atlético B en la temporada 2018-19.
JAVIER GANDULDIARIO AS

El 19 de mayo el CSD aprobó una modificación en el reglamento de la FEF para que un entrenador que sea destituido sin debutar en partido oficial, puede entrenar esa misma temporada a otro club. Algo que, nueve meses después, desbloquea la situación de Óscar Fernández. El entrenador, fichado por el Almería el verano pasado, al que sólo dirigió en cinco amistosos antes de que, con la venta del club al jeque Al-Sheikh, le destituyera, al fin puede mirar al futuro. Presentado el 18 de junio, destituido el 3 de agosto, esos 46 días condicionaron todo su futuro. Ya no podría entrenar a ningún club, a la espera de esa Ley que cambiara su situación. Repasa con AS todo lo vivido. 

-¿Qué supone para usted esta modificación en el reglamento de la FEF?

-Supone la posibilidad de poder trabajar ante un despido sin haber podido desarrollar mi función. que yo cobré un finiquito, sí, pero yo no pude desarrollar mi apuesta: salir del Atlético de Madrid y entrenar en un banquillo de LaLiga SmartBank. Que yo decía: "Devuelvo el finiquito: sólo quería poder volver a trabajar".

-¿Recibió muchas llamadas?

-Te llaman equipos. Pero son nueve meses sin poder entrenar. Que los he disfrutado. He dedicado tiempo a mi familia, he visto fútbol, mucho, conocerlo aún más, congresos, he visitado a Unai (Emery)..., pero he vivido una situación complicada. 

-Marcelino, en el Valencia, vivió una situación similar... 

-Sí, pero en el caso de Marcelino, cuando le destituyeron ya se había jugado un partido oficial, en mi caso fue en agosto, sin que se hubiese jugado aún un partido oficial de ninguna categoría, en España. 

-Usted, al Almería, sólo lo había dirigido en amistosos...

-Cinco. Ante el Poli Ejido, ante el Levante, ante el Murcia, ante el Granada y ante Las Palmas

-¿Cómo fue aquella noche del 2 de agosto, cuando comenzaron los rumores de una posible venta del Almería?

-Complicada. De estar esa misma noche cenando para jugar al día siguiente, salir de la concentración de Marbella para una reunión. Esa noche habíamos entrenado normal y antes de acostarme me llamó Miguel Corona (director deportivo del club andaluz y también destituido con la llegada del jeque) y me pone en alerta. Vas a jugar contra Las Palmas cuando el club se había vendido y no sabes lo que va a pasar. Te llegan informaciones muy diversas. Nadie se pone en contacto contigo. Estás a la expectativa. 

-Su apuesta por el Almería fue fuerte, lo eligió a pesar de tener aún un año de contrato con el filial del Atlético, al que clasificó para el playoff dos temporadas después de haberlo ascendido de Tercera. ¿Se habían puesto en contacto con usted más equipos?

-Me había reunido para conocer tres equipo, dos filiales. Yo tenía claro que, o era una apuesta buena, o me quedaba en el Atlético, donde era muy feliz

-Y se decantó por el Almería. 

-Fue una apuesta. Yo quería probar el fútbol profesional y por eso me decidí por el Almería, sino me hubiese quedado en el Atlético. 

-¿Y ahora?

-Esperando. Pero ahora no me lo planteo, pensar más allá. Lo primero es salir de esta situación rara del todo. Adónde irá el fútbol no lo sabemos. Mi prioridad no es el futuro, es la salud de la gente. Lo peor ha sido durante todos estos meses, que he tenido llamadas de varios clubes de Segunda, que a lo mejor ya no los puedo entrenar nunca más, que esa llamada no vuelve a producirse, esa oportunidad a la que no puedes decir que sí porque se te impide entrenar. Es muy injusto. Que te llamen y no poder. ¿Voy a tener esas oportunidades alguna otra vez? No lo sé. 

-¿Había estado tantos meses sin entrenar?

-En los últimos 15 años no. Los he pasado entrenando sin parar. Es lo que te digo: yo estaba muy feliz en el Atlético y, de pronto, desaparecen todas las posibilidades de entrenar. Pero, como a todo, trato de buscarle una lectura positiva. He aprendido de esta situación para salir más formado o mejor preparado. 

-¿Qué siente ante esta nueva Ley?

-Que se tenía que haber solucionado antes, pero lo que no está en nuestras manos que no nos reste. 

-Había quién decía que no entrenaba, no podía, pero sí había cobrado todo por parte del Almería. 

-Mira, mi propuesta era que se me pagaran las mensualidades hasta el día que volviera a trabajar. Cobré un finiquito porque me habían despedido, como cualquier trabajador en cualquier empresa. Pero, que si yo empezaba a trabajar el 15 de octubre, lo demás se lo devolvería al club. Yo quería poder tener la opción de entrenar en el césped. Mi situación critica era esa: yo lo que quería era que me dejaran entrenar, estaba dispuesto a entregar el finiquito para poder hacerlo. Lo decía siempre. Porque más allá del dinero existen las oportunidades. Y a mi se me arrebató la mía. 

-¿Ha seguido al Almería durante la temporada?

-Me costaba verlo. El partido en el que peor lo pasé fue el primero. Ahí sí que sentí rabia. Jugaba contra el Albacete y sentía que era yo quien tenía que estar en ese banquillo, que había apostado mucho por él. Yo tenía una vida en Madrid, en el Atleti, y ese era mi día, el del debut en Segunda. Ese día lo pasé mal por eso, porque era mi partido. Tenía tanta ilusión por debutar en Segunda... Lo viví fastidiado. 

-Casi no habría ni terminado de hacer la mudanza.

-Es que mira qué me pasó. Tenía las cajas de la mudanza ahí en la casa que había alquilado, aún por colocar, y vino Sonia, mi pareja, el fin de semana. "Los hombres sois un desastre". Y me sacó todo y me lo ordenó. Pues tres días o cuatro después me tocó a mí recogerlas (sonríe triste). "Después del curro que te has pegado, me toca a mí recogerlo...". 

-¿Le ofreció algo el Almería cuando le destituyó del primer equipo?

-Sí, sí, me reuní con ellos y me ofrecieron ser el entrenador del filial. Pero dije que no. Yo no me podía quedar allí a cargo de algo que no fuera el primer equipo, mi apuesta, por lo que lo había dejado todo.