Panenka revoluciona el penalti
Un serial que repasa a las grandes sorpresas de la historia del fútbol, desde el Nottingham dos veces campeón de Europa al Leicester que conquistó la Premier en 2016.
Antonín Panenka nunca tuvo el talento de Maradona, el ingenio de Pelé, la clase de Zidane, el cambio de velocidad de Cruyff, la potencia de Ronaldo, la garra de Di Stéfano ni el toque de Beckenbauer, pero nada de eso le hizo falta para ser uno de los hombres más influyentes de la historia del fútbol. Sí lo hizo su determinación... y su sangre fría.
-¿Por dónde lo vas a lanzar?
-Por en medio, como siempre.
Esa fue la conversación que tuvo Panenka con Viktor, portero de la selección checoslovaca, minutos antes de la tanda de penaltis de la final de la Eurocopa disputada en Yugoslavia 1976, de la que Checoslovaquia salió campeón para sorpresa de todo el mundo después de vencer a los dos finalistas del Mundial 74: a Holanda en semifinales y a Alemania en la final. "Enfrente estaba Sepp Maier, el mejor portero del mundo, cuando me dijo aquello casi me da algo", asegura Viktor años después.
La final había terminado 2-2 con un gol del alemán Hölzenbein en el 89' . Ese tanto minó la moral de una Checoslovaquia que ya se veía levantando el título europeo. Tras sufrir mucho en la prórroga, los checoslovacos lograron resistir la embestida teutona y llegaron a la tanda de penaltis, probablemente, la más influyente de la historia del fútbol. Uli Hoeness, una de las grandes estrellas del Bayern y de la mannschaft erró el octavo lanzamiento. Anteriormente se habían marcado todos los penaltis por lo que el quinto de los checoslovacos era decisivo. Panenka, un desconocido centrocampista del Bohemians 1905, ejecutaría el disparo.
Antonín cogió carrerilla e hizo un sprint hacia la pelota. Parecía dispuesto a reventar el balón, pero un segundo antes de que su bota impactara en el cuero, el centrocampista checoslovaco se frenó de golpe para picar el balón. Maier estaba ya vencido cuando la pelota entró suavemente, a media altura, sin querer molestar a nadie, por el centro de la portería. Checoslovaquia era campeona de Europa y Panenka había inventado el penalti más famoso de la historia. Mientras corría hacia sus compañeros dando saltos de alegría no era consciente de que todos los aficionados al fútbol le habían abierto una oficina de patentes en pleno césped.
Aquel penalti fue la guinda a un torneo deslumbrante de los checoslovacos. En aquella selección jugaban siete jugadores del Slovan Bratislava que unos años antes ganó la final de la Recopa ante el Barcelona. Eran los años dorados del fútbol bohemio. Sin embargo, nadie esperaba que el equipo centroeuropeo llegara tan lejos, y menos que eliminara a la Holanda de Cruyff y Rinus Michel, y a la vigente campeona de Europa y del Mundo, la Alemania de Beckenbauer, Müller, Maier y compañía: dos selecciones cuya base eran los dos mejores equipos del mundo en la época, el Ajax y el Bayern, que ganaron tres Copas de Europa consecutivas cada uno en la década de los 70.
Y es que aquella victoria de Checoslovaquia en la Eurocopa, no sólo marcó una revolución en los lanzamientos de penalti, sino el final de la generación de oro de dos de las mejores selecciones de la historia.