Sergio Reguilón fue la cara buena del Real Madrid en Moscú

Chaval, tenemos que conseguir que defiendas sin que te caigas tan fácil como lo hace una morcilla cuando la corta un carnicero”, le dijo Carlos Pouso, su entrenador en la UD Logroñés cuando llegó cedido en 2015. “Reguilón aterrizó en Las Gaunas para hacer la mili”, explica Juanjo Guerreros, vicepresidente del club. Allí aprendió a defender tan bien como para que Lopetegui confiara en él antes que Theo y Coentrao. El canterano, de 21 años, fue de las pocas caras amables de Moscú.

Ingresó en La Fábrica con 9 años, pero pasó cuatro (de cadete a juvenil) sin jugar porque no daba el estirón. Holló en Luzhniki la cumbre del primer equipo tras años de sherpa en Valdebebas. Ver, oír y callar. Como en Logroño, con 18 años. O como en la Escuela Municipal de Collado Villalba, con 8. “Lo fichó el Madrid porque se salía en la Sierra”, señala su primer técnico, Antonio Tudela. Sus padres, Carmen y Alfonso, le sacan hoy la foto del ‘Costa Dorada Cup 2005’ con su amigo Tejero (cedido al Albacete por el Madrid). Le ha costado 13 años de trabajo la instantánea de Moscú. Llegarán más si mantiene la fórmula. Ver, oír, callar y trabajar...