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OVIEDO | LIBROS

Ruiz de la Peña: “La salvación del Oviedo fue como un reality”

Álvaro Ruiz de la Peña (Oviedo, 1945) es un doctor en Filología Románica y oviedista que ahora ha cumplido su ilusión de publicar ‘Calvario y Resurrección’, en el que narra cómo se salvó el club de la desaparición.

Álvaro Ruiz de la Peña posa con un ejemplar de su libro 'Calvario y Resurrección'
ELOY ALONSODIARIO AS

Nació en la calle Gascona… ¿Qué significado tiene eso en Oviedo?

Pues es una calle ahora muy emblemática porque es la zona de las sidrerías. Ahora es destino gastronómico obligado. Antes, cuando yo nací, era una calle importante porque allí estaba el ferrocarril vasco-asturiano, la estación terminal. Era un ferrocarril de vía estrecha que unía todos los puntos de Asturias. Es una calle emblemática. El propio nombre, Gascona, hace referencia a que fue un emplazamiento de gascones, de franceses, en el camino de Santiago. Es una calle muy ovetense.

¿Cuáles son sus primeros recuerdos del Oviedo?

Pues de mi padre, que era un gran aficionado, llevándome al campo. El primer equipo del que tengo memoria es del 52, yo con siete años. Era Argila, Toni, Diestro, Celaya, Pacheco, Falín, Mandi, Sará, Areta, Salaberry y Basabe. Ahí es cuando me incorporo como aficionado al fútbol. ¡Era un crío! Me tenía que quedar de pie porque si no, no veía nada…

¿De ahí le viene?

Se daba la circunstancia, además, de que dos primos carnales de mi madre fueron grandes futbolistas del Oviedo. Uno fue Emilín, de los años 30, y después, Pacheco Falín, que jugaba en la media de aquel equipo al que yo iba a ver… Eso aumentaba mucho mi potencial patriótico oviedista, claro.

¿Vio jugar a Di Stéfano?

Hombre claro, y a Kubala con el Barça. Pero los vi en los 60, porque el Oviedo ascendió en el 58. Vino Luisito Suárez, Czibor, Kocsis… Y los Gento, Puskas, Kopa, Di Stéfano, Santamaría y demás. ¡Eran mis ídolos! Me firmaban los cromos y tal…

¿Cuál ha sido el futbolista más relevante de la historia del Oviedo?

El gran jugador fue Sánchez Lage, que luego jugó en el Valencia. El Oviedo, en el año 63, quedó tercero en la Liga. Tenía un equipazo. Jugaban José María, Paquito, Sánchez Lage.. Estos dos se fueron al Valencia en el 63 y a partir de ahí caímos. Pero aquí en Buenavista éramos invencibles.

¿Sánchez Lage?

Yo comprendo que las jóvenes generaciones prefieran otros. Pero Sánchez Lage era un jugador total. Había jugado en River.

¿Y antes que él fue Lángara?

Le conocí… Entonces era un señor de sesenta y tantos años y yo había oído tantas historias de él. Para mí era un ídolo.

¿Cómo era?

Pues un tipo de una sencillez extraordinaria. Cantaba muy bien. Solía quedar de tertulia con sus excompañeros, donde estaban Emilín, Herrerita… Y cantaba, cantaba… Como buen vasco era aficionado a la música coral. Terminó yéndose a jugar a Argentina y México y se quedó a vivir allí, pero terminaba volviendo siempre a Oviedo porque sentía una nostalgia terrible. A mí me lo presentó un amigo mío arquitecto, Esteban Iglesias. Pero mire lo que le digo, Lángara era un ídolo, un ídolo a nivel europeo… Y luego lo fue en América. No habría dinero hoy para fichar a Lángara. Era encantador. Un tío fuerte, noble, amigo de sus amigos…

¿Dónde se juntaban los jugadores entonces?

Sobre todo en la Gran Taberna, ahí y en Casa Manolo. Eran los dos grandes centros de reunión de los aficionados al fútbol. Eran muy sidreros, cantaban…

Ahora viene un derbi que no se vivía en Oviedo desde hace muchos años…

Ya ha llovido, sí. Más de veinte años. Hay un ambientazo terrible. No se habla de otra cosa.

¿Por qué sintió la necesidad de escribir el libro?

El editor me animó. Yo estoy jubilado, y para mí, después de haberme dedicado a historiar el siglo XVIII español, era un reto. Teniendo el oficio cumplí con esta ilusión de hablar de fútbol, pero con los mismos métodos de un historiador tradicional, con muy buena documentación y fuentes, y utilizando también métodos modernos como las redes sociales. La documentación es exhaustiva.

¿Qué se cuenta en ‘Calvario y Resurrección’?

Hay dos partes. La parte más literaria de los recuerdos infantiles, donde se habla de Lángara, de aquel San Lorenzo de Almagro que hizo una gira por España en el 56, donde hablo de Garrincha, que jugó aquí también con el Botafogo un segundo tiempo en el 57. Esa es la parte más memorialista… Luego, hay una segunda parte más realista. Es como un reality, o así lo veo yo, donde los Slim desembarcan en Oviedo…

¿Un reality?

Claro, claro… Antes de que llegaran los Slim, el Oviedo estaba en la UVI, con respiración asistida, y sin ninguna esperanza de salir. En 2012 hizo una ampliación de capital y los primeros que dieron un paso al frente fueron los jóvenes aficionados al Oviedo. Y se convirtió en un fenómeno viral…

¿Quién lo propició?

Fue Sid Lowe, el corresponsal inglés de The Guardian. Su aportación fue tremenda. Estaba enamorado del Oviedo porque hizo su Erasmus en la ciudad. La cosa se extendió en las redes. Los Slim, que tienen vinculaciones con Asturias, se enteraron de esto y pusieron dinero. Pero el primer millón de euros que supuso la salvación salió del bolsillo de pequeños accionistas, de peñistas y gente joven. Y por fin el equipo subió a planta…

Pero usted habla de una época de sucesos muy controvertidos…

Hombre, es como un reality en el que aunque el fútbol está como fondo de pantalla, en realidad es una historia de la impostura, del servilismo, de la deslealtad, de la ambición de mucha gente, de la banalidad de los cargos, de la falsedad. Es una historia del ser humano y de las conductas impresentables…

¿De eso se habla también?

Y está apoyado en mucha documentación. Así que es un libro también de lo que es la realidad del fútbol español y del Oviedo, de los poderes económicos, los lobbies. Pero los Slim salvaron al equipo. ¿Qué podían esperar ellos del Oviedo? ¡Nada! Podían haber comprado equipos más potentes: Valencia, Sevilla… Se encariñaron con el proyecto y ahí están.

¿Aparece Carlos Slim por allí?

Cuando el ascenso a Segunda vino, estuvo con los peñistas, en los bares. Muy bien, muy bien… Un tío sencillo.

¿Qué papel desempeñó Toni Fidalgo en la transición hacia la estabilidad?

Fundamental. Es buen amigo desde hace años. Fue alumno mío. La gente no se portó bien con él. Su consejo fue el que sacó la ampliación de capital adelante, fue él quien hablo con Arturo Elías, el yerno de Carlos Slim, que se puso en sus manos porque sabía que era un tipo decente y que manejaba bien los pocos dineros que había… Y hubo un corrimiento raro hacia gentes que querían adueñarse otra vez del club políticamente. Se hizo una especie de consejo paralelo y llegó un momento que le contaban historias a la gente de México distorsionando la realidad, diciendo medias verdades… Y hubo un momento en que Toni Fidalgo se cansó y se fue, porque tampoco le iba la vida en ello. Algo parecido sucedió con Pedro Zuazua, que fue una víctima de esto que le cuento. Pero ya le digo, el papel de Toni Fidalgo fue fundamental. Todo se cuenta en el libro.

¿El libro es una historia de héroes y villanos?

Es una historia de buenos y malos. Es como la vida misma. Hay gente buena, decente, honrada, y gente que no lo es…

¿En qué situación está ahora el Oviedo?

El fichaje de Anquela, que es un hombre humilde con las ideas muy claras, ha hecho que la cosa funcione. Está remontando partidos que se empezaron perdiendo, y eso está creando un ambiente de euforia que Anquela se encarga de matizar siempre que puede. El famoso partido a partido y todo esto que inventó el Cholo. Pero la gente está muy convencida de que el Oviedo puede hacer grandes cosas. Por primera vez, desde hacía tantísimos años, la gente de Oviedo está encantada con el equipo.

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